24 de septiembre de 2008

PARA NOMBRAR LAS COSAS

Mi pequeño no usa palabras para nombrar las cosas. Da un gruñido, como hacíamos antes, hace millones de años, cuando el Gran Oso Negro quería compartir con nosotros la cueva y la comida o un explorador avistaba un huevo radiante de Pterosaurio en el lecho de ramas y hojas del bosque. No dice mi pequeño quiero esto o aquello. Lo señala. Llora sin desmayo lágrimas de arancel hasta que se lo acerco. Porque mi pequeño aún no sabe que los muertos no vuelven. No sabe qué es saber. Qué es un muerto. Qué es volver.

6 comentarios:

Sergi Bellver dijo...

Así como Umbral, en vez de retratar, hacía niño y mercado en cierta escena de su libro hoy mentado, si le das media vuelta más, haces tú niño, toro de Guisando y babero con tizón de cocina.

Molongui, tío.

Anónimo dijo...

Supongo que me queda un infinito camino de lecturas,un saludo!

Gorocca

Anónimo dijo...

JC leí este texto el otro día y me encantó, y me pasé más de una hora escribiendo el comentario para al final descartarlo, porque ante tanta belleza, y tan sobria, cualquier comentario que pueda hacerte me resulta cursi.
Un abrazo.
Ana Alcalde

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Prefiero decir que me ha encantado este relato.
Me encataría hacer cosas tan bonitas.
Saludos

Anónimo dijo...

A mí me ha parecido pelín cursi.

Juan Carlos Márquez dijo...

Pues a mi tu comentario me ha parecido pelín anónimo.