
Normalmente, en las presentaciones de los libros de relatos los presentadores desvelan parte de los argumentos, adelantan un poco sobre cada una de las historias, pero yo esa parte me la voy a saltar, me la voy a saltar por vosotros, porque quiero que leáis Bajo el influjo del cometa sin saber nada en absoluto o al menos lo mínimo posible de lo que puede o no ocurrir en cada historia. Quiero que las leáis completamente vírgenes, como hice yo, que vayáis descubriendo cada giro y que participéis sin preavisos de cada intriga. Que nada ni nadie os influya.
Es posible que ahora estéis pensando: vaya presentador más vago (e incluso es posible que tengáis razón); pero cuando hayáis leído el libro me lo agradeceréis y hasta no sería raro que os dijerais a vosotros mismos: Pues el calvo ese que presentó el libro de Jon Bilbao hizo muy bien en no destripar las historias.
Así las cosas, me limitaré a avanzar algunas ideas principales que me han quedado tras leer el libro:
1. No sabemos nada sobre nosotros mismos. Vivimos en la oscuridad. Cualquier contratiempo, cualquier elemento desestabilizador de la cotidianidad, unos días sin agua corriente y electricidad, un zorro que ronda nuestra casa, unos vecinos que leen la biblia tras un ventanal o una ballena muerta en una playa pueden modificar nuestra conducta e influirnos hasta límites insospechados. Llevamos un extraño dentro y eso ni es bueno ni es malo, pero no deja de ser inquietante.
“Durante el día la luz te obliga a verlo todo. Nada queda oculto. Pero durante la noche… sólo vemos lo que está iluminado. Y nadie se molesta en iluminar la mierda”, dice uno de los personajes del libro. Y creo que esa es una de las claves principales, que Bajo el influjo del cometa enfoca esa parte del ser humano que no conoce la luz.
2. El hombre es un animal racional a veces, lo es hasta que deja de serlo. La frontera para llegar al lado más salvaje y oscuro de nosotros mismos, el reencuentro con la bestia que fuimos en nuestros orígenes, no está tan lejos como parece y en cualquier momento puede surgir un atajo que haga muy fácil el regreso.
3. Los animales son animales irracionales a veces, lo son hasta que dejan de serlo. Y es entonces cuando se vuelven verdaderamente peligrosos, tanto como los hombres.
4. Una vez más, se cumple el axioma de Borges: cuando en un texto literario se menciona a un animal raramente pasarán algunas frases sin que se mencione a otro.
Jon Bilbao ilumina la oscuridad del ser humano y maneja las intrigas y el hipnotismo narrativo de una manera magistral a lo largo de todo el libro. Los cuentos no desmerecen, por ejemplo, del mejor Cormac McCarthy y de los mejores Hitchcock (Daphne Du Mourier) o Atom Egoyan (Russell Banks) de las atmósferas opresivas de
La carretera
En un mundo apocalíptico un padre y su hijo viajan hacia la costa para buscar un lugar seguro en el que vivir. En su viaje se encontrarán con los pocos seres humanos que quedan, la mayoría de los cuales, se han vuelto locos o se han convertido en caníbales.
Los pájaros
La última escena de la película muestra a los Brenner y a Melanie alejándose en el auto de ésta, mientras una multitud de pájaros se ha reunido en torno a la casa de los Brenner, cubriendo hasta donde se puede ver
o El dulce porvenirUn autobús se sale del camino, despeñándose sobre un lago congelado y hundiéndose rápidamente tras agrietar el hielo con su peso. Catorce niños mueren en el accidente, todos los que tenían las familias del pueblo.
Pocas veces un libro de cuentos ha explorado de una manera tan profunda la oscuridad humana, sin aspavientos, sin digresiones, sólo mediante un uso exquisito de los personajes (hombres y mujeres, animales, casas y todoterrenos, porque en los cuentos de Jon los objetos y la naturaleza están vivos) la acción y la trama, lo cual está al alcance de no muchos escritores.
Creo, llegados a este punto, que los méritos de la escritura de Jon son muchos y por eso, una vez avanzado el contenido del libro (espero que sin haberlo destripado) me gustaría incidir en algunos:
1. INVISIBILIDAD
Jon Bilbao más que un escritor es un mago. Es capaz de desaparecer, de hacerse invisible. Uno cuando lee a Jon se olvida de Jon. En sus textos sólo hay narrador, personajes, acción, trama. El discurso no interfiere de manera explicativa en las historias, y la conciencia que los lectores podemos tener de él es posterior, fruto de una reflexión. Yo creo que el saber desaparecer es una de las cosas más complicadas del oficio del escritor y me gustan los escritores que lo hacen, digamos que no me agrada ver todo el tiempo la cara del escritor mirándome por encima del libro ni sus brazos gesticulantes. El escritor, a mi entender, es un vehículo para contar historias, una especie de médium, no me gusta que esté omnipresente. Yo soporto la omnipresencia de muy pocos escritores (la mayoría me aburren) y sólo lo hago si tienen un discurso rabioso, de una fuerza y sinceridad apabullantes, como por ejemplo el de Thomas Bernhard.
2. VOCACIÓN DE UNIVERSALIDAD
Los relatos de Jon Bilbao son universales. Pueden ocurrir en un pueblo del norte de España o en uno de Michigan. Jamás caen en la tentación zafia del costumbrismo. La mayoría carecen de alusiones geográficas y si aparecen son completamente secundarias. Creo que esta vocación de universalidad, sobre la que Jon podrá hablarnos con más conocimiento de causa, hace que sus relatos puedan ser disfrutados por cualquier lector contemporáneo, aquí y en Michigan, y a mí eso me parece un acierto.
3. PRECISIÓN Y BELLEZA DE LA PROSA
De Jon dijo no hace mucho otro estupendo escritor, Óscar Esquivias, que no se puede escribir mejor, y yo doy fe. La prosa de Jon es una de las más funcionales, precisas y bellas que conozco, jamás fuera de tono, con una selección de léxico minuciosamente escogida. Me gustaría dejarles algunos pequeños ejemplos de esto que les comento, de cómo Jon es capaz de perfilar la psicología de un personaje con apenas un par de pinceladas, o de la exactitud, por ejemplo, con que describe los fenómenos de la meteorología, que siempre reman en el sentido del relato, como cada palabra que escribe. Voy con esos ejemplos:
Empezaron a caer salivazos de nieve.
Hacía un frío cortante y el aire tenía un gusto metálico, como el de una moneda vieja.
Se llamaba Victoria y era una mujer alegre que siempre parecía recién salida de la peluquería.
Tampoco me gustaría pasar por alto la fluidez y la naturalidad de los diálogos a lo largo de todo el libro. Tiene muy buen oído, Jon, uno de los mejores que conozco.
En resumen, yo creo que Bajo el influjo del cometa es un libro extraordinario, y que no necesita de ninguna comparación para serlo, porque además de entretenerles e intrigarles, como las buenas ficciones, les pondrá delante de un espejo, eso que sólo consigue la gran literatura. Les dejo con el autor. Muchas gracias.