William Faulkner
31 de enero de 2008
DE ESCRITORES Y ESCRITURAS: WILLIAM FAULKNER
"Todo novelista quiere escribir poesía, descubre que no puede y a continuación intenta el cuento, y al volver a fracasar, y sólo entonces, se pone a escribir novelas."
30 de enero de 2008
DADO ROTO
Un viejo colega bloguero y escritor, Iván Humanes, acaba de lanzarse en compañía de Claudia Apablaza a la aventura de editar un revista literaria independiente, lejos de las servidumbres del mercado editorial: Dado Roto, disponible en Internet y en maravilloso papel con tapas blandas. Les deseo a ambos toda la suerte del Cosmos en el empeño, por talento y trabajo no va a quedar. A continuación os copio debajo la carta fundacional de la revista y las motivaciones que han llevado a sus impulsores a tamaño atrevimiento. Os dejo pues con ellos.
Después de algunos meses jugando a tirar los dados en más de uno y tres bares, apostando la vida en ocasiones, en otras tan sólo intentando matar el tiempo, entre lecturas y copas, fueron apareciendo nombres y textos. Algunos autores, incluso, se añadían desde la barra y se sumaban al juego. Es evidente que no pedían a voces la publicación, pero tanto nosotros como ellos éramos conocedores de su destino. Que era, a la vez, nuestro destino también: jugar a literatura, saber qué material arenoso se condensa dentro del dado, revolver las tripas.
Estuvimos sentados en el mismo sitio, meses, sin mirarnos. Años. Lanzar y lanzar. Jugadas ciegas. Romper en silencio. Apostar por éste o aquella. Decir. No mirar. La primera tirada es la tirada de la salida, dijimos. Lo hacíamos sin manuales ni instrucciones de uso. Todos queríamos conseguir el cero (que casi es lo mismo que decir que todo escritor honesto debería tender a conseguir el cero). Hicimos apuestas y sacrificamos. Fue lo más duro, pero sacrificamos. Es un juego, decíamos. Se juega a varias manos, invisibles. Hay jerarquía de posiciones. A pesar de que parece evidente, en nuestras reglas un tres no es igual a un seis ni tampoco igual a un uno. Porque para nosotros a veces un uno es mejor que un seis, y qué decir del cuatro, o del dos, sin ningún añadido, que más de una vez ha sido nuestro número ganador. Pasamos en ocasiones. En otras, apostamos todo por una línea. En la última partida apostamos todo (que ya era poco) por un adjetivo. ¿O fue un pronombre? Eso fue una mañana, cuando ya no había más que apostar. Todos dormían. No concebíamos el motivo que fundamentaba ésos dados poliédricos. Abrimos los ojos, olvidamos las reglas, los bares, las apuestas desenfrenadas, las jerarquías, rompimos los dados y comenzamos.
Después de algunos meses jugando a tirar los dados en más de uno y tres bares, apostando la vida en ocasiones, en otras tan sólo intentando matar el tiempo, entre lecturas y copas, fueron apareciendo nombres y textos. Algunos autores, incluso, se añadían desde la barra y se sumaban al juego. Es evidente que no pedían a voces la publicación, pero tanto nosotros como ellos éramos conocedores de su destino. Que era, a la vez, nuestro destino también: jugar a literatura, saber qué material arenoso se condensa dentro del dado, revolver las tripas.
Estuvimos sentados en el mismo sitio, meses, sin mirarnos. Años. Lanzar y lanzar. Jugadas ciegas. Romper en silencio. Apostar por éste o aquella. Decir. No mirar. La primera tirada es la tirada de la salida, dijimos. Lo hacíamos sin manuales ni instrucciones de uso. Todos queríamos conseguir el cero (que casi es lo mismo que decir que todo escritor honesto debería tender a conseguir el cero). Hicimos apuestas y sacrificamos. Fue lo más duro, pero sacrificamos. Es un juego, decíamos. Se juega a varias manos, invisibles. Hay jerarquía de posiciones. A pesar de que parece evidente, en nuestras reglas un tres no es igual a un seis ni tampoco igual a un uno. Porque para nosotros a veces un uno es mejor que un seis, y qué decir del cuatro, o del dos, sin ningún añadido, que más de una vez ha sido nuestro número ganador. Pasamos en ocasiones. En otras, apostamos todo por una línea. En la última partida apostamos todo (que ya era poco) por un adjetivo. ¿O fue un pronombre? Eso fue una mañana, cuando ya no había más que apostar. Todos dormían. No concebíamos el motivo que fundamentaba ésos dados poliédricos. Abrimos los ojos, olvidamos las reglas, los bares, las apuestas desenfrenadas, las jerarquías, rompimos los dados y comenzamos.
¿Y qué numero se esconde dentro de nuestro dado? ¿Acaso no es un número? ¿Y si fuese una palabra? La única palabra posible… DADO ROTO nacerá y renacerá cuatrimestralmente, alimentando la Gran Red con textos digitalizados y procurando que el propietario celoso conserve en papel las jugadas. Combinando los textos con las ilustraciones.
Ignoramos las tiradas que vendrán, acaso todo forme parte de una única y exclusiva tirada. En cualquier caso el jugador sabe que lo que importa es cómo comienza el juego, en el tránsito del mismo está el placer. El final no debe calcularse de antemano.
En este primer número, el Colegio ‘Patafísico de Chile, representado en las páginas que vienen por buena parte de sus conjuradores, pintan las caras del dado. Caras, que no está de más decir, no son las habituales. Imaginamos un dado inexistente, con una multiplicidad de variantes que no son infinitas pero sí indefinidas, algún objeto que va más allá que el zocchiedro, dado de 100 caras y emparentado con la esfera. Rogelio Saunders con su poema Vater Pound, en la primera línea de la salida, puede ser ese dado delirado. A partir de ahí el objeto rueda y a veces cae del lado del autor cubano Rolando Sánchez Mejías, otras veces en el de Antonio Tello, o en el de Régis Bonvicino, Margo Glantz, Bruno Montané, Tulio Stella, Roberto Contreras, etc. O en todas las aristas en las que confluyen una forma esencial de hacer literatura, que creemos que es representación del autor total. Desconociendo, sin duda, qué es eso de autor “total”, pero intuyéndolo. Como lugar de recreo especial en cada número seleccionaremos una editorial concreta y real, en este caso el azar ha hecho que Libros del Innombrable, desde Zaragoza, nos regale un hombre elefante y un diccionario Pánico. Animamos la apuesta, abrimos la mano, y esperamos que gauchos y tahúres encuentren en DADO ROTO su lugar común.
De la necesidad de una lectura actual, alejada del comercio, sus rarezas y demás intereses, situada al borde del precipicio, nace DADO ROTO. En nuestra intención, por supuesto, habita la urgente necesidad de fagocitar al otro, absorber éstas y otras lecturas; y como criaturas del abismo, acudimos impetuosos hacia ellas. Más que quiénes somos, podríamos responder a la pregunta de por qué somos, pero sería más complicado. Esas preguntas pertenecen a la categoría de la no-respuesta. Así que mejor es no decir nada. ¿Callarse? Por el momento, y sin que sirva de descripción exacta diremos que tras DADO ROTO se esconden Iván Humanes (Barcelona, 1976) y Claudia Apablaza (Rancagua, Chile, 1978).
De la necesidad de una lectura actual, alejada del comercio, sus rarezas y demás intereses, situada al borde del precipicio, nace DADO ROTO. En nuestra intención, por supuesto, habita la urgente necesidad de fagocitar al otro, absorber éstas y otras lecturas; y como criaturas del abismo, acudimos impetuosos hacia ellas. Más que quiénes somos, podríamos responder a la pregunta de por qué somos, pero sería más complicado. Esas preguntas pertenecen a la categoría de la no-respuesta. Así que mejor es no decir nada. ¿Callarse? Por el momento, y sin que sirva de descripción exacta diremos que tras DADO ROTO se esconden Iván Humanes (Barcelona, 1976) y Claudia Apablaza (Rancagua, Chile, 1978).
29 de enero de 2008
22 DOGMAS EN TORNO AL CUENTO BREVE (ya sé que los he puesto varias veces, pero no puedo resistirme a recordarlos)
1.- Prohibido escribir historias basadas en hechos reales.
2.- La verosimilitud de un cuento no deberá apoyarse en su supuesta “semejanza” con la realidad, sino en la coherencia interna – discursiva y/o estructural- del texto.(Declaramos pieza de museo la narración figurativa. Escupimos sobre la tumba del realismo.)
3.- Prohibido alterar la secuencia cronológica del argumento con el fin de reforzar su interés.
4.- Prohibido dotar a la historia de un atractivo pueril, que dependa del escamoteo o la dosificación “estratégica” de información.
5.- Prohibidos los finales sorpresivos. Los finales felices. Los finales trágicos. Los finales demasiado concluyentes.
6.- Terminantemente prohibida cualquier historia apuntalada sobre una trama policial.
7.- El enunciador del texto –narrador o personaje- manifestará siempre su distancia (mediante la ironía, la incertidumbre, la intromisión reflexiva o de cualquier otra manera) con respecto a los hechos que narra.
8.- El cuento deberá mostrar su carácter de representación discursiva. La escritura habrá de tener intensidad, volumen, desfallecimientos, grietas. El cuento no debe querer decir algo. Debe querer decir.
9.- Prohibido escribir como habría escrito Carver, si hubiera sido idiota.
10.- Prohibido escribir de una manera “cinematográfica”.
11.- Prohibido escribir de lo que no se conoce. Prohibido escribir de lo que se conoce.
12.- La escritura de un cuento deberá transparentar sus influencias.
13.- Prohibida la “inocencia” (moral, política, histórica, estética, etc.)
14.- Prohibida la melancolía.
15.- Prohibidos los relatos protagonizados por “víctimas” (mendigos, vagabundos, oficinistas aburridos, amas de casa frustradas, presuntos niños del tercer mundo, putas de buen corazón…)
16.- Prohibido el casticismo. Prohibido el tono solemne.
17.- Prohibida la estereoscopía.
18.- Prohibido escribir bajo los efectos del alcohol o las drogas (Prohibido supeditar la ebriedad y el trance a algo distinto del propio acto de escribir.)
19.- Prohibido escribir un cuento cuando el autor ya conozca de antemano el final. Prohibida la premeditación. El relato es la huella que deja una deriva.
20.- El cuento deberá sustraerse a cualquier utilidad (didáctica, doctrinal, comercial, de entretenimiento, etc.)
21.- Prohibidos los cuentos de género (terror, romántico, viajes…) Prohibidos los cuentos ingeniosos.
22.- Prohibido escribir cuentos cuyo argumento pueda contarse fácilmente.
Tomado de la página web del Colectivo de Escritura, Creación e Intervención Surrealista La llave de los Campos.
2.- La verosimilitud de un cuento no deberá apoyarse en su supuesta “semejanza” con la realidad, sino en la coherencia interna – discursiva y/o estructural- del texto.(Declaramos pieza de museo la narración figurativa. Escupimos sobre la tumba del realismo.)
3.- Prohibido alterar la secuencia cronológica del argumento con el fin de reforzar su interés.
4.- Prohibido dotar a la historia de un atractivo pueril, que dependa del escamoteo o la dosificación “estratégica” de información.
5.- Prohibidos los finales sorpresivos. Los finales felices. Los finales trágicos. Los finales demasiado concluyentes.
6.- Terminantemente prohibida cualquier historia apuntalada sobre una trama policial.
7.- El enunciador del texto –narrador o personaje- manifestará siempre su distancia (mediante la ironía, la incertidumbre, la intromisión reflexiva o de cualquier otra manera) con respecto a los hechos que narra.
8.- El cuento deberá mostrar su carácter de representación discursiva. La escritura habrá de tener intensidad, volumen, desfallecimientos, grietas. El cuento no debe querer decir algo. Debe querer decir.
9.- Prohibido escribir como habría escrito Carver, si hubiera sido idiota.
10.- Prohibido escribir de una manera “cinematográfica”.
11.- Prohibido escribir de lo que no se conoce. Prohibido escribir de lo que se conoce.
12.- La escritura de un cuento deberá transparentar sus influencias.
13.- Prohibida la “inocencia” (moral, política, histórica, estética, etc.)
14.- Prohibida la melancolía.
15.- Prohibidos los relatos protagonizados por “víctimas” (mendigos, vagabundos, oficinistas aburridos, amas de casa frustradas, presuntos niños del tercer mundo, putas de buen corazón…)
16.- Prohibido el casticismo. Prohibido el tono solemne.
17.- Prohibida la estereoscopía.
18.- Prohibido escribir bajo los efectos del alcohol o las drogas (Prohibido supeditar la ebriedad y el trance a algo distinto del propio acto de escribir.)
19.- Prohibido escribir un cuento cuando el autor ya conozca de antemano el final. Prohibida la premeditación. El relato es la huella que deja una deriva.
20.- El cuento deberá sustraerse a cualquier utilidad (didáctica, doctrinal, comercial, de entretenimiento, etc.)
21.- Prohibidos los cuentos de género (terror, romántico, viajes…) Prohibidos los cuentos ingeniosos.
22.- Prohibido escribir cuentos cuyo argumento pueda contarse fácilmente.
Tomado de la página web del Colectivo de Escritura, Creación e Intervención Surrealista La llave de los Campos.
DE ESCRITORES Y ESCRITURAS: GUSTAVE FLAUBERT
"Hay que examinar todas las palabras, bajo todos los lados, y hacer uso de ellas como los padres espartanos: arrojar implacablemente a la nada las que tiene el pie cojo o el pecho estrecho."
Gustave Flaubert
28 de enero de 2008
DE ESCRITORES Y ESCRITURAS: RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN
La literatura no es un oficio, es una enfermedad; uno no escribe para ganar dinero o caer bien a la gente, sino porque intenta curarse, porque está infectado, porque lo ha ganado la tristeza.
Ricardo Menéndez Salmón
27 de enero de 2008
DE ESCRITORES Y ESCRITURAS: JULIO CORTÁZAR
"Si yo soy el que decide, casi siempre es hacia atrás [...]. Me apasiona el hoy, pero siempre desde el ayer [...], y es así como a mi edad el pasado se vuelve presente y el presente es un extraño y confuso futuro."
Julio Cortázar
26 de enero de 2008
DE ESCRITORES Y ESCRITURAS: RAYMOND CARVER
"Es posible escribir un diálogo aparentemente inocuo que, sin embargo, provoque un escalofrío en la espina dorsal del lector, como bien demuestran las delicias debidas a Nabokov."
Raymond Carver
25 de enero de 2008
DE ESCRITORES Y ESCRITURAS: LUIS LANDERO
"El hombre es sobre todo un animal narrativo. Al fin y al cabo, nos pasamos la vida contando historias: es decir, contando lo que nos pasó ayer, lo que esperamos hacer mañana, lo que hemos pensado, imaginado o soñado, contando lo que alguien nos contó, o recordando, que es también una forma de contar."
Luis Landero
24 de enero de 2008
DE ESCRITORES Y ESCRITURAS: BUKOWSKI
“Escribir te empuja a espacios aéreos, te convierte en un extraño, en un inadaptado. No es raro que Hemingway se volara los sesos por encima del zumo de naranja. No es raro que Hart Crane se tirase a la hélice, no es raro que Chatterton se tomara un matarratas. Los únicos que continuaban eran los que escribían best sellers, y esos no estaban escribiendo, ésos ya estaban muertos”.
Charles Bukowski
17 de enero de 2008
PORVENIR, de Iban Zaldua
El porvenir es la época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.
Ambrose Bierce
Porvenir es la traducción al español, del puño y letra del propio autor, de Etorkizuna, la colección de relatos que obtuvo el premio Euskadi de Literatura 2006 y una de las mejores colecciones de relatos que ha leído quien esto escribe en los últimos tiempos.
Si la cuentística fuera una carrera, que no lo es, Zaldua sería el rey de la regularidad, un fondista magro de piernas fibrosas que sigue un ritmo sostenido y jamás abandona, porque, al menos en esta antología, el autor guipuzcoano (aunque afincado en Vitoria) ha logrado un conjunto de cuentos (dieciséis) compacto y homogéneo de calidad.
¿Pero si en Porvenir conviven cuentos realistas y fantásticos? Dirá cualquiera que haya leído el libro. Pues sí, es cierto, pero eso no es óbice para la solidez y la homogeneidad antes expuestas, porque los cuentos de Zaldua tratan sobre el hombre actual (y algunos incluso sobre la mujer actual, que Porvenir no es ningún txoko) y hablan entre líneas (bajo el ya célebre iceberg de Hemingway) de sus miedos, carencias, resentimientos y contradicciones y, por tanto, da lo mismo que lo mismo da que eso ocurra en la realidad, en la ficción científica, la Ciencia-ficción o el más neto fantástico.
El peso asfixiante de la sociedad y la tradición vasca sobre sus individuos y la existencia de ETA están en el trasfondo de la mayoría de los cuentos, pero, aunque la preocupación del autor por su entorno es clara y manifiesta, eso no se traduce en costumbrismo. Los cuentos de Zaldua son, por el contrario, rabiosamente contemporáneos, de ahora mismo o de dentro de un rato, y al mismo tiempo pueden considerarse universales, porque no hay nada más universal que lo que acontece, y aquí no importa el lugar, a los hombres (sí, vale, y también a las mujeres, y a las parejas, y a la familia política, incluida la suegra).
Eso sí, si buscan grandilocuencias, aspavientos y soluciones a sus problemas busquen en otra parte (en Coelho o Bucay, por ejemplo, en esos grandes literatos), porque Zaldua no ofrece recetas ni panáceas para superar el tedio, la soledad y la falta de horizontes de nuestros días. Él se limita, como hacen los científicos (no en vano es profesor de Economía), a contemplarnos bajo la lupa de su microscopio. Y lo hace con ironía las más de la veces, pero también con sorna (pura sorna vasca) o incluso con retranca. Y yo, leyendo Porvenir, hasta he llegado a pensar que a veces hasta se descojona un poco, por lo bajito y con cariño, eso sí.
El único pero que le puedo poner al libro (y aquí cuelgo el pijama de lector y me pongo el traje de buzo de profesor de escritura) es que a veces, episódicamente, algunas transiciones de lo real a lo fantástico resultan quizá un poco abruptas, pero eso no me parece suficiente motivo para que se resienta el pacto ficcional entre el lector y el escritor. Toma ya. De aquí, directo al Bobelia.
Eskerrik asko, pues, Iban.
Ambrose Bierce
Porvenir es la traducción al español, del puño y letra del propio autor, de Etorkizuna, la colección de relatos que obtuvo el premio Euskadi de Literatura 2006 y una de las mejores colecciones de relatos que ha leído quien esto escribe en los últimos tiempos.
Si la cuentística fuera una carrera, que no lo es, Zaldua sería el rey de la regularidad, un fondista magro de piernas fibrosas que sigue un ritmo sostenido y jamás abandona, porque, al menos en esta antología, el autor guipuzcoano (aunque afincado en Vitoria) ha logrado un conjunto de cuentos (dieciséis) compacto y homogéneo de calidad.
¿Pero si en Porvenir conviven cuentos realistas y fantásticos? Dirá cualquiera que haya leído el libro. Pues sí, es cierto, pero eso no es óbice para la solidez y la homogeneidad antes expuestas, porque los cuentos de Zaldua tratan sobre el hombre actual (y algunos incluso sobre la mujer actual, que Porvenir no es ningún txoko) y hablan entre líneas (bajo el ya célebre iceberg de Hemingway) de sus miedos, carencias, resentimientos y contradicciones y, por tanto, da lo mismo que lo mismo da que eso ocurra en la realidad, en la ficción científica, la Ciencia-ficción o el más neto fantástico.
El peso asfixiante de la sociedad y la tradición vasca sobre sus individuos y la existencia de ETA están en el trasfondo de la mayoría de los cuentos, pero, aunque la preocupación del autor por su entorno es clara y manifiesta, eso no se traduce en costumbrismo. Los cuentos de Zaldua son, por el contrario, rabiosamente contemporáneos, de ahora mismo o de dentro de un rato, y al mismo tiempo pueden considerarse universales, porque no hay nada más universal que lo que acontece, y aquí no importa el lugar, a los hombres (sí, vale, y también a las mujeres, y a las parejas, y a la familia política, incluida la suegra).
Eso sí, si buscan grandilocuencias, aspavientos y soluciones a sus problemas busquen en otra parte (en Coelho o Bucay, por ejemplo, en esos grandes literatos), porque Zaldua no ofrece recetas ni panáceas para superar el tedio, la soledad y la falta de horizontes de nuestros días. Él se limita, como hacen los científicos (no en vano es profesor de Economía), a contemplarnos bajo la lupa de su microscopio. Y lo hace con ironía las más de la veces, pero también con sorna (pura sorna vasca) o incluso con retranca. Y yo, leyendo Porvenir, hasta he llegado a pensar que a veces hasta se descojona un poco, por lo bajito y con cariño, eso sí.
El único pero que le puedo poner al libro (y aquí cuelgo el pijama de lector y me pongo el traje de buzo de profesor de escritura) es que a veces, episódicamente, algunas transiciones de lo real a lo fantástico resultan quizá un poco abruptas, pero eso no me parece suficiente motivo para que se resienta el pacto ficcional entre el lector y el escritor. Toma ya. De aquí, directo al Bobelia.
Eskerrik asko, pues, Iban.
14 de enero de 2008
GRITAR, de Ricardo Menéndez Salmón
“Somos procreados, pero no educados, con todo su embrutecimiento, nuestros procreadores, después de habernos procreado, actúan contra nosotros, con toda la torpeza destructora del ser humano, y lo arruinan todo, ya en los tres primeros años de su vida, en ese nuevo ser, del que no saben nada, sólo, si es que lo saben, que lo han hecho aturdida e irresponsablemente, y no saben que, con ello, han cometido el mayor de los crímenes.”
Fragmento de El origen, de Thomas Bernhard.
Se ha escrito ya mucho en la blogosfera sobre Gritar, el último libro de relatos de Ricardo Menéndez Salmón, así que yo, sin desmerecer el resto de los relatos (excelentes y vitales, por ejemplo, La vida en llamas y A nuestros amores) voy a centrarme exclusivamente en el cuento que da título a la colección.
Para mí Gritar, el relato, es una lectura imprescindible en tanto paradigma del cuento contemporáneo, porque cada palabra, cada oración, está impregnada por el deseo humano y ancestral de volver a ser libres, de liberarnos de la rémora educativa y social que nos tiene encadenados a la vetusta pared de NO SER o de SER OTROS (reflejos falaces del YO).
En un sentido lacaniano, y dicho de una manera un tanto burda y esquemática, el ARTE es la persecución, la búsqueda de a, entiéndase a como la parte animal, original, a la que nuestros padres, como hicieron con ellos los suyos (y así sucesivamente hasta remontarnos al principio de estos tiempos sombríos) nos obligaron a renunciar desde nuestra llegada al mundo.
Esa mutilación, que comienza a producirse desde el momento en que nos imponen el lenguaje (ese inocente, pero letal di papá) y somos instruidos en las convenciones y los códigos de conducta necesarios para vivir en sociedad, para ser individuos productivos; esa parte que se queda fuera de nosotros a tan temprana edad es una pérdida irreparable, un miembro extirpado que presumiblemente nunca volverá a encontrarse con su muñón.
Pero ocurre que a veces, muy pocas, el miembro y su muñón se reencuentran, por un momento ensamblan, y, como consecuencia, el resultado no puede ser otro que el goce, la plenitud, la compleción. Eso es exactamente, creo yo, lo que sucede en Gritar, que Balboa, el protagonista, se reencuentra con aquel bebé que un buen día, porque sí, porque esa era SU NATURALEZA, comenzó a gritar para reconocer su propia voz; que el hombre, en definitiva, en un arranque de desmesura le da un mordisco a la vida. Eso es GRITAR. Y eso es infrecuente en la literatura. Y ahí reside el valor, la resonancia simbólica de este cuento escrito, pero sobre todo concebido, en estado de gracia.
Fragmento de El origen, de Thomas Bernhard.
Se ha escrito ya mucho en la blogosfera sobre Gritar, el último libro de relatos de Ricardo Menéndez Salmón, así que yo, sin desmerecer el resto de los relatos (excelentes y vitales, por ejemplo, La vida en llamas y A nuestros amores) voy a centrarme exclusivamente en el cuento que da título a la colección.
Para mí Gritar, el relato, es una lectura imprescindible en tanto paradigma del cuento contemporáneo, porque cada palabra, cada oración, está impregnada por el deseo humano y ancestral de volver a ser libres, de liberarnos de la rémora educativa y social que nos tiene encadenados a la vetusta pared de NO SER o de SER OTROS (reflejos falaces del YO).
En un sentido lacaniano, y dicho de una manera un tanto burda y esquemática, el ARTE es la persecución, la búsqueda de a, entiéndase a como la parte animal, original, a la que nuestros padres, como hicieron con ellos los suyos (y así sucesivamente hasta remontarnos al principio de estos tiempos sombríos) nos obligaron a renunciar desde nuestra llegada al mundo.
Esa mutilación, que comienza a producirse desde el momento en que nos imponen el lenguaje (ese inocente, pero letal di papá) y somos instruidos en las convenciones y los códigos de conducta necesarios para vivir en sociedad, para ser individuos productivos; esa parte que se queda fuera de nosotros a tan temprana edad es una pérdida irreparable, un miembro extirpado que presumiblemente nunca volverá a encontrarse con su muñón.
Pero ocurre que a veces, muy pocas, el miembro y su muñón se reencuentran, por un momento ensamblan, y, como consecuencia, el resultado no puede ser otro que el goce, la plenitud, la compleción. Eso es exactamente, creo yo, lo que sucede en Gritar, que Balboa, el protagonista, se reencuentra con aquel bebé que un buen día, porque sí, porque esa era SU NATURALEZA, comenzó a gritar para reconocer su propia voz; que el hombre, en definitiva, en un arranque de desmesura le da un mordisco a la vida. Eso es GRITAR. Y eso es infrecuente en la literatura. Y ahí reside el valor, la resonancia simbólica de este cuento escrito, pero sobre todo concebido, en estado de gracia.
8 de enero de 2008
SIGO VIVO
Hola a todos, si es que alguien sigue ahí. La vida al otro lado de esta bitácora es muy absorbente y tengo poco o ningún tiempo para atender Relataduras, pero de tanto en cuando seguiré pasándome por aquí para ofreceros alguna novedad (por cierto, Norteamérica Profunda ya tiene cubierta, pero no os la mostraré hasta que se presente el libro, allá por febrero o marzo, espero). En esta reaparición, voy a colgar el último relato que he escrito (arriba), pero os advierto que permanecerá en la página apenas dos o tres días (ya sabéis cómo se las gastan los burócratas con la calidad de inéditos de los textos). Así que, si os apetece leerlo, no os demoréis mucho.
Un fuerte abrazo.
Un fuerte abrazo.
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