31 de mayo de 2007

LA OFENSA, de Ricardo Menéndez Salmón

Supe de la existencia de Ricardo Menéndez Salmón a raíz de que obtuviera el premio Juan Rulfo de cuento en 2003 por Los caballos azules. Ese mismo año yo recibí el Unión Latina, el dedicado a los escritores noveles y el tercero en importancia de los premios Juan Rulfo (cuando eran varios. Ahora solo otorgan uno).

Entonces se presentaron al certamen 6.438 cuentos y cuando me llamaron para comunicarme la noticia casi me da un jamacuco (no todos los días le dicen a uno que su cuento ha quedado el tercero entre 6.438). Además, el jurado estaba integrado por escritores de prestigio (pónganle al “prestigio” los millones de comillas que quieran).

Con todo, yo no supe de la dimensión real del premio hasta que leí Los caballos azules, que me pareció un engranaje perfecto y preciso. Aquellos caballos azules dieron nombre luego, en 2005, a una antología de relatos del escritor asturiano, del mismo modo que mi cuento (La sombra de las acacias) aparecerá pronto en una mía. Parece que siempre voy varios pasos por detrás de Menéndez Salmón (y en plan mucho más minoritario, claro). Así que ahora que le va tan bien con La ofensa, su última novela, me alegro mucho por los dos.

Al margen de este paralelismo azaroso, un tanto austeriano, quiero transmitiros a quienes tenéis la paciencia de pasaros de vez en cuando por aquí (e incluso de leerme) mis impresiones sobre La ofensa y su autor.

Creo que Ricardo Menéndez Salmón es un escritor preciso (y a veces precioso) que conoce el oficio y no tiene nada que ver con la rémora de chapuceros que hace ya demasiados años viene lastrando la literatura española. A uno podrá o no gustarle el estilo, un tanto barroco, del autor, pero detrás de cada línea de La ofensa hay muchísimo trabajo, muchas tomas de decisiones y mucho reposo, y escritores que se acerquen a la escritura con esa profesionalidad (en el buen sentido, en el creativo, no en el mercantilista) debe de haber tres y el del tambor; al menos subidos en el iceberg (otra cosa son los cadáveres congelados que flotan debajo). Como bien avanza su segundo apellido, pudiera decirse que Ricardo Menéndez Salmón es un superviviente.

La ofensa es un homenaje intencionado a El corazón de las tinieblas, de Conrad, de otra forma no se entendería (o sería una casualidad insólita, hiperausteriana) que el personaje principal de la primera se llame Kurt y el de la segunda, Kurtz; y que en ambas novelas el horror sea el protagonista exclusivo. Pero el punto de vista varía: en El corazón asistimos a un horror exógeno, puesto ante los ojos del mundo mediante la mirada de Marlow; en La ofensa, ante uno endógeno, capaz de aniquilar al hombre por dentro, de reducirlo a un recuerdo remoto de sí mismo, a una lobotomía emocional. No estamos pues ante novelas excluyentes, sino complementarias, ante dos viajes que confluyen.

Por otra parte, la longitud de la novela (142 intensas páginas) es un oasis en este mar de novelones actuales que parecen haber sido concebidos para ponerse sobre una balanza y venderse al peso. El mundo interior de Kurt (de ese sastre a quien secuestra el monstruo del nazismo y que protagoniza y prácticamente monopoliza la novela) queda reflejado por una voz en tercera a base de concisión, de pinceladas finas, elipsis afortunadas y un dominio del símil depurado, con una estética visual y sensitiva en las antípodas de los territorios comunes.

Habrá quien opine que Menéndez Salmón es un escritor denso, barroco (como decía antes), pero yo no lo creo. Yo pienso que es un escritor que se desvive por su trabajo y que manifiesta una necesidad imperiosa de ser certero, minucioso, infalible, igual que un buen artesano, como su propio Kurt. Y a este tipo de escritores en vías de extinción, con independencia de los gustos personales de cada cual, lo único que se les puede desear es salud y suerte.

28 de mayo de 2007

Parábola de los talentos en la cuesta de Moyano y en Generación Siglo XXI

Muy buenas a todos:

A quienes estáis encontrando alguna que otra dificultad para conseguir La Parábola de los talentos en Madrid, os informo de que actualmente se encuentra a la venta en la caseta ocho de Moyano, junto al resto de la colección Guermantes de Gens Ediciones; aparte de en las principales librerias de la capital y en la sede de Gens (Santa Inés, 4, a dos pasos del Reina Sofía) en horario de 10.00 a 13.00 h de lunes a viernes.

Por otra parte, reproduzco a continuación la reseña que la periodista Emilia Lanzas hizo de la antología en la revista universitaria Generación Siglo XXI:

Parábola de los Talentos
Antología
Editorial Gens (colección Guermantes), 2007

Emilia Lanzas

“Relatos para empezar un siglo”: tal es el subtítulo que conlleva una perspectiva de futuro y una propuesta. Doce autores (Inés Mendoza, Julio Jurado, Enrique Triana, Juan Carlos Márquez, Matías Candeira, José Delclaux, Mª José Codes, Aldara Fdez. de Córdova, Elena González, Ignacio Jáuregui, Elena del Hoyo y J. Luis Pereira) caracterizados por la heterogeneidad. Estilos e historias diversas que rompen el principio del pensamiento único, también imperante en la actual literatura oficial.

Aunque existe desigualdad como en cualquier antología; y para determinar un punto de encuentro, puntualizar que estos relatos están unidos por su pretensión de trascender, transgredir y extralimitar la apariencia con la finalidad precisa de mostrar ese más allá, esa otra realidad. Lo que, en verdad, nos configura.

Porque escribir –algo que parecen tener muy claro los cuentistas de esta antología- es hacer de lo cotidiano extraño, y lograr así, el acto prometeico de la revelación.

23 de mayo de 2007

ELLA Y LA ORGÍA PERPETUA, de Ana Muñoz de la Torre


Yo nunca he participado en una orgía, por eso me hace mucha ilusión estrenarme este viernes en la que han organizado mi amiga Ana Muñoz de la Torre y los editores de Gens en el Nietzsche Art & Drinks a partir de las ocho de la tarde.

El libro lleva por título Ella y la orgía perpetua y recoge el espíritu de la bitácora homónima de la autora cordobesa, quien con un gusto exquisito, al borde siempre de la emoción, viene desde hace años sembrando de caricias literarias la blogosfera.

Bien por Ana, por los editores y por esta pionera y necesaria aventura. Desde aquí les deseo lo mejor y, de paso, os invito a que acudáis a la presentación del libro. Sinceramente, merece la pena. Os copio debajo, en otro post, el mapa del tesoro.

17 de mayo de 2007

Si te comes un limón y se te indigesta un poco

Hoy me toca a mí hablar del último libro de Pàmies, pero seré breve, porque ha corrido ya demasiada tinta para un libro que, vaya esto como avanzadilla, no merece tantas atenciones. Solo una precisión antes de comenzar: este es mi primer acercamiento al autor y quizá ese detalle me sitúa en una posición más objetiva (y más ignorante) que la de otros compañeros y amigos que, con disparidad de opiniones, se enfrentaron antes al libro.
Dice Vila-Matas en el prólogo que Si te comes un limón sin hacer muecas esconde en realidad tres mil páginas más, pues bien, yo opino lo contrario: que le sobran muchas. A mí el libro se me ha hecho hasta un poco pesado. He tenido demasiadas veces la sensación de que me estaban contando una y otra vez el mismo cuento: el mismo esquematismo narrativo (Pàmies se queda varado a medio camino entre la parquedad y la esencia; eso cuando no se atasca en la parquedad), el mismo final ingeniosillo (facilón) y la misma cantinela doméstica posindustrial.

A la escritura de Pàmies le ha pasado como al Increíble hombre menguante, que ha encogido tanto que se ha vuelto invisible (o peor aún, previsible), de modo que algunos de estos cuentos han quedado reducidos a una sucesión de frases aisladas, entiendo (o quiero entender) que como reflejo intencionado de la aislante vida actual. En cierta forma, es como si Pàmies fuera un tigre que tratara de camuflarse sobre una alfombra de piel de tigre, pero sin éxito, porque resulta que al tigre tumbado se le ven los huevos, unos huevos rojos como puños de grandes.

Todo esto hay que tamizarlo y relativizarlo, es obvio: con todo, Si te comes un limón sin hacer muecas supera (y con creces) a la mayoría de libros de relatos que aparecen en las mesas de novedades de las librerías (claro que eso tampoco es para rasgarse las vestiduras, por mucho que esté enfrente un tigre). Pero al tigre lo que es del tigre.

Para terminar, me gustaría destacar dos relatos, uno bueno y uno malo, como en los chistes:

El bueno, o más bien interesante, se titula Ficción y es un ejercicio de metaliteratura que tendría su aquel como material de aprendizaje en los talleres literarios; una no historia original. El malo lleva por título El pozo y quiere decir tanto que no dice nada. Este también serviría como ejemplo para los alumnos de un taller literario, pero de lo que no se debe hacer.

9 de mayo de 2007

Todavía tú, de María Tena



María Tena presentó ayer su última novela en el Instituto Cervantes ante un gentío de impresión (se agotaron los ejemplares a la venta en el recinto). María es amiga y compañera y, aunque no he podido aún leerme su libro (lo adquirí ayer), confío ciegamente en su buen hacer. Dos datos bastarán para poneros los dientes largos: Todavía tú fue una de la novelas finalistas del último Premio Herralde y, en consecuencia, ha sido publicada por Anagrama, toda una garantía de calidad. Así que creo que podéis rascaros el bolsillo sin inquietud.

7 de mayo de 2007

EVA E IGNACIO

Esto adquiere cada vez tintes más bíblicos.

A la información exhaustiva sobre Parábola de los talentos (yo, como Umbral, he venido a aquí a hablar de mi libro) se unen ahora dos nuevas bitácoras que propagad a los cuatro (o a los que sean) vientos:

El nuevo espacio de la editorial Gens (EVA), que nace con la vocación de ser un punto de encuentro entre autores y lectores, y que promete información, entretenimiento y hasta regalos (OJO, REGALOS. HE ESCRITO REGALOS).

Y la página personal del bilbaíno, escritor, autor en la Parábola, médico, bosforiano y pindépiro Ignacio Jáuregui (ahora parezco José Luis Moreno), quien (y me refiero de nuevo a Jáuregui, no a José Luis Moreno), dicho sea de paso, hubiera gestionado mucho mejor que Adán la crisis aquella de la manzana con Eva.

Enlazados quedan ambos: EVA e Ignacio.