29 de noviembre de 2007

Matías Candeira gana el Premio 'Provincia de Guadalajara' de Narrativa 2007

El escritor (y Parabólico) madrileño Matías Candeira de Andrés ha ganado el Premio Provincia de Guadalajara de Narrativa 2007, con la obra 'La soledad de los ventrílocuos', presentada bajo el seudónimo "Maurizicio di Mauro". El premio, convocado por la Diputación Provincial de Guadalajara, está dotado con 9.000 euros. El jurado, formado por Antonio Pérez Henares, Almudena Arteaga del Alcázar, Ángeles Caso Machicado y Antonio Gómez Rufo, eligió la obra ganadora por unanimidad. En esta edición se han presentado 60 obras.

22 de noviembre de 2007

DOS BUENOS ESCRITORES QUE PRESENTAN LIBRO: ALFONSO FERNÁNDEZ BURGOS E IBAN ZALDUA

















Mañana viernes, día 23 de noviembre, los escritores Manuel Talens e Ignacio Ferrando presentarán en Madrid la novela Skins, de Alfonso Fernández Burgos. El acto tendrá lugar a las 19:00 horas en la Nueva Librería Fuentetaja, en el número 35 de la calle San Bernardo.

Por otra parte, la editorial Lengua de Trapo tiene el placer de invitaros este viernes 23 de noviembre a las 19.30 horas a la presentación de Porvenir, el último libro de cuentos del escritor vasco Iban Zaldua, en Hotel Kafka (Hortaleza, 104). Presenta Rafael Reig.

14 de noviembre de 2007

PRIMER PREMIO DE RELATO MÍNIMO DIOMEDEA

Bases del I Premio de Relato mínimo Diomedea:

1. Queda abierta la convocatoria para el I Premio de Relato mínimo Diomedea, al que pueden optar todos aquellos relatos que presenten autores o autoras de cualquier país. Cada autor o autora podrá presentar hasta un máximo de tres relatos a concurso por cada convocatoria.

2. Los relatos deberán ser originales, inéditos y en castellano, y no estarán sujetos a ningún compromiso de publicación ―tradicional o virtual― o de derechos con terceros. Cualquier responsabilidad derivada del incumplimiento de este punto recaerá exclusivamente sobre el autor o autora del relato.

3. La extensión de los trabajos no superará las doscientas palabras, o los mil caracteres ―excluyendo espacios―, ni será inferior a cien palabras, o quinientos caracteres. El nombre del autor o autora y el título (en ningún caso superior a cuarenta caracteres) del relato no se incluyen en ese cómputo.

4. Los relatos sólo podrán presentarse a concurso a través de un mensaje a minimosdiomedea@yahoo.es escribiendo siempre en el asunto del mensaje: «Para el I Premio de Relato mínimo Diomedea». El título y el texto del relato podrán ir en el cuerpo del mensaje ―debidamente indicados― o como archivo adjunto de Word ―recomendado―. En el cuerpo del mensaje deberá constar el nombre y apellido real del autor o autora y la localidad en la que reside. Bajo ningún concepto se hará pública su dirección de correo-e. Si el autor o autora presenta más de un relato a concurso, deberá enviar un mensaje de correo-e distinto por cada trabajo ―hasta un máximo de tres por convocatoria―.

5. El plazo para la recepción de relatos expirará a las 14:00 horas (en zona GMT +1:00) del próximo lunes 10 de diciembre de 2007. Todos los relatos que lleguen a la dirección facilitada pasado ese plazo pasarán de manera automática a participar en el II Premio de Relato mínimo Diomedea.

6. El jurado estará asesorado por escritores de prestigio y profesores de diversos talleres de escritura creativa, y su fallo ―inapelable― se dará a conocer a las 14.00 horas (en zona GMT +1:00) del viernes 14 de diciembre de 2007, mediante una entrada en esta misma bitácora, en la que aparecerá publicado el relato ganador, el nombre de su autor o autora, la localidad y el país en la que resida, junto con un enlace a su página web o bitácora, si dispone de ella. También aparecerán publicados, en los mismos términos, los dos relatos finalistas. En ningún caso se hará pública ninguna dirección de correo-e.

7. El premio para el autor o autora del relato ganador consistirá en un lote de dos libros de relatos: Mujer con perro sobre fondo blanco, de Alfonso Fernández Burgos, y la antología Parábola de los talentos, publicados por Gens ediciones (Madrid). El método de envío o recogida del premio se convendrá con el autor o autora.

8. Si el ganador o ganadora dispone de página web o bitácora, hará constar en ella su galardón, en una entrada o con un banner ―que le será facilitado por el administrador―, pero siempre con un enlace a la entrada de esta bitácora en la que se haya publicado su relato, y en el que figure el texto: «I Premio de Relato mínimo Diomedea».

9. Al final de la primera temporada, una vez fallado el XII Premio de Relato mínimo Diomedea ―diciembre de 2008―, se considerará la posibilidad de publicación de los doce relatos ganadores y una selección de los veinticuatro finalistas, en una antología editada y supervisada por un sello editorial.

10. La participación en este concurso supone la plena aceptación de sus bases.

Los detalles podéis consultarlos en la bitácora de Sergi Bellver:

http://alasdealbatros.blogspot.com/

3 de octubre de 2007

1. RELATOS DE AYER Y ANTEAYER: JUNTOS

A principios de la primavera de 1981, Raymond Carver y Samuel Beckett se encerraron un fin de semana en una vieja casona a las afueras de Tulsa (Oklahoma) para escribir un relato. Carver tenía entonces 42 años y acababa de publicar “De qué hablamos cuando hablamos de amor”. Beckett estaba a punto de cumplir 75, pero de alguna manera seguía esperando a Godot. Habían mantenido correspondencia sobre la naturaleza del absurdo pero no se conocían personalmente, si bien trabaron cierta amistad. “No hay nada de absurdo en que dos hombres con tan poco talento para la felicidad sean amigos”, llegó a decir Carver poco antes de morir. David Graham, el granjero que les arrendó la casona, recuerda a la perfección aquellos días: “Eran hombres realmente extraños. Cada mañana les dejaba en la puerta un par de botellas de bourbon, huevos duros y unos sándwiches fríos de pollo, y al atardecer volvía para recoger la basura y les llevaba un termo de café. No me permitían la entrada. No sé por qué diablos decidieron alquilar aquella casona. Estaba oculta entre los maizales, su mobiliario era austero, no había agua corriente, ni luz. Solíamos usarla en invierno como almacén. Una tarde eché un vistazo por la ventana. Estaban sentados sobre taburetes, cara a la pared, fumando bajo la luz pálida de un candil. No conversaban, ni escribían, ni nada. Sólo daban largas caladas a sus cigarrillos y dejaban caer las cenizas al suelo”.

Este es el resultado de aquel encuentro.

JUNTOS

Susan y George retozan sobre la cama de agua en su apartamento mientras las seis de la tarde titubean rojas en el radio-reloj-despertador. Él se sienta a horcajadas sobre el vientre de Susan y aprisiona con sus manos las de ella contra la almohada.

—No me gustas nada, Susi. Vamos, ni un poquito, pero me encantan ese aliento tuyo matinal que huele a floristería de Bombay, tus cabellos de musgo y tu piel hecha medusa.

—Tu tampoco me gustas a mí, cariño. Cada día que pasa te noto más musculoso. Un día de estos tus tríceps van a reventar como globos de helio. A veces siento que me he casado con una plancha de acero inoxidable. Debe de ser que te estás haciendo joven. Si hasta te están brotando pelos negros entre las canas y se te caen los de la nariz y las orejas —Susan intenta soltarse, pero la presión que ejercen las manos de George es demasiado fuerte—. Anda, no me sueltes nunca, haz el favor. Me encanta que me oprimas.

—Si me dices un piropo, no te soltaré jamás.

—Georgie, amorcito, eres realmente despreciable.

George besa los labios de Susan, que mira despreocupada la hora en el radio-reloj-despertador, y sonríe con los ojos cerrados. Luego la libera las manos, hace una reverencia circense y se precipita en calzoncillos hacia el cuarto de baño.

—Cariño —gruñe Susan desperezándose—. Creo que no me apetece que me traigas el desayuno a la cama.

—No te preocupes, pero es una lástima, un verdadero contratiempo. Me apetecía tanto. —responde Georges con la boca llena de pasta dentífrica.

Susan se ciñe a la cintura un batín de seda roja y levanta enérgica la persiana, que chirría como el frenazo de un coche. Hace tiempo que Georges no engrasa el eje con manteca y además la correa necesita más tensión. Tras la ventana la lluvia cae con valentía y desparpajo sobre el patio. Suena traviesa, a niño pobre que agita una caja de chinchetas, luego se expande, ondula y acaba deslizándose por el tobogán del desagüe.

—¡Hace un día precioso! —exclama Susan—. Deberíamos quedarnos en casa, ¿por qué no telefoneas a los Harrington y les dices que no nos apetece quedar con ellos? Luego podríamos no ir a cenar a casa de mamá. Me apetece tanto.

—Me encantaría, preciosa —grita Georges desde la cocina mientras voltea una tostada pringosa sobre una sartén—. Pero ahora mismo no estoy ocupado.

—En ese caso, no seré yo quién les llame.

Susan alcanza el teléfono que está sobre la mesilla y marca.

—Adiós, Lucille. ¿Qué tal te encuentras? Muy mal… me alegro tanto. Entonces ¿cómo lo hacemos? A cualquier hora menos a las ocho. Totalmente en desacuerdo. Hola.

Cuelga un segundo, descuelga y vuelve a marcar.

—Hasta luego, mamá. Sólo llamaba para recordarte que hoy no iremos a cenar. ¿Qué no has preparado nada? No importa, ya nos arreglaremos. Entonces Bill, Marcia y los gemelos no pueden venir. George se alegrará mucho, mamá. Le encanta que los pequeños le lancen patadas a las espinillas mientras sorben la sopa. Buenos días, mamá. Tengo que colgar. No, no hace falta que le des recuerdos a papá.

Georges cruza la puerta del dormitorio con una bandeja entre las manos mientras silba el estribillo de Moon River. Trae café, una fuente llena de tostadas crujientes y zumo de naranja recién exprimido.

—Café y tostadas, ¡qué asco! —dice Susan conteniendo una arcada.

—Las he hecho como a ti te gustan, amor, quemadas y sin mantequilla. El zumo es de limón, el mismo que sobró de antes de ayer. Ya me conoces, todo me parece poco para mi abominable mujercita —dice tras lanzar al aire una pedorreta.

—Que detalle tan poco romántico, Georgie. No sé qué haría contigo.

—Probablemente, morirte de pena.

George y Susan salen del portal. A sus espaldas se cierran las puertas del ascensor. El portero se tapa las narices y les desea que tengan un mal día señalando con el pulgar hacia abajo. George lleva puesto el mismo traje gris marengo que el día de su boda, aunque ha cambiado la corbata marfil por una verde estampada de torbellinos grises. Susan lleva los labios de un rojo intenso y un vaporoso traje beige recién planchado que le viene algo pequeño y aún lleva colgando la etiqueta. Caminan despacio del brazo bajo el mismo paraguas obsequio de una promoción de loca-cola, sorteando los charcos que pueblan la avenida, y de cuando en cuando se paran un instante a mirar los banderines negros de plástico, las luces fundidas y las heces de caballo que engalanan las calles. Al fondo, una vieja andrajosa empuja con dificultad un carrito lleno de trapos raídos y periódicos sepia. El pelo le chorrea y le cae sobre los ojos como un rastrillo sucio. No es una mujer fea, incluso es posible que en su juventud la rondaran pretendientes, pero ahora su cara es un mapa de sabañones, purulencias y capilares enrojecidos. George aviva el paso hasta alcanzarla y le ofrece un dólar de plata.

—No se moleste, querido imbécil —dice amable la vieja—. No necesito nada ni de usted ni de nadie

—Tampoco pensaba dárselo —contesta George guardando la moneda en un bolsillo—. Pero permítame decirle, en confianza, que es usted una de las mujeres más guapas que he visto en mi vida. ¿Nunca le han dicho que es clavadita a Marilyn?

—Sí, todos los días. Tres o cuatro veces. Con el tiempo una acaba acostumbrándose a que los hombres le digan esa clase de memeces.

Susan ríe a carcajadas. Ha dejado de llover y pliega con mimo el paraguas de loca-cola.

—¿Puedo comprarle uno de sus periódicos? —insiste George—. Supongo que serán de hoy.

—No, son de mañana —replica la vieja—. Pero en cualquier caso no están en venta.

—Entonces, deme uno. ¿Cuánto es?

—Nada.

La vieja le entrega un periódico a cambio del dólar y George arroja el diario dentro de una papelera herrumbrosa, por cuyos bordes amarillos resbalan gotas menudas de lluvia.

—Es el mejor lugar para las páginas de cultura, señora. No se lo tome como algo personal —se justifica mientras la vieja tose a discreción y escupe sangre dentro de la papelera.

George nota que algo golpea su abdomen. Es un codo de Susan. Acaba de ver a los Harrington en Columbus Circle. Más bien acaba de ver la silueta embarazada de Lucille bajo una marquesina, porque Anthony está tan delgado y calvo, que visto a lo lejos parece una piruleta mustia. Susan y George se acercan aprisa a los Harrington, y los cuatro cambian adioses y cumplidos.

—Estás radiante, Lucille. El embarazo te sienta de maravilla —dice Susan haciendo aspavientos con el paraguas de loca-cola.

Lucille frunce sus hocicos de pekinesa y George susurra algo al oído de Susan. Pero Susan no dice nada, sólo se encoge de hombros.

—Susan, querida. Ese conjunto que llevas es nuevo ¿verdad? —advierte Lucille sonriente—. Pues te queda que ni pintado, como una segunda piel.

Susan se estira la falda, pero le queda tan ajustada que la tela vuelve a la posición de partida como un muelle.

—Sí, me lo compré ayer en Versace. Lo acababan de traer de París. Mira, le acabo de quitar el sello que venía pegado en la etiqueta.

—¿De París, Tejas o de París, París?

—De París, Zimbabwe. Ahora es el centro mundial de la moda. ¿Cuánto hace que se os ha averiado el televisor, querida? ¿Acaso han despedido a Anthony del taller? Ya sabes que podéis contar con nosotros para lo que sea.

—Basta ya de charla trascendente, chicas —tercia Georges—. ¿Qué os parece si nos tomamos un café?

—Lo cierto es que nos apetece mucho a los dos, —dice Anthony— ¿verdad, cariño? —Lucille asiente—. Pero es imposible. Hemos quedado en no cenar en casa de mi hermano Sam. Ha sido muy repentino. Pensábamos llamaros, pero hemos supuesto que aún no os habríais arreglado para salir.

—No te preocupes, Anthony. Nosotros tampoco tenemos que ir a cenar a casa de mi suegra.

—En ese caso, hola —Anthony ofrece su mano a George, que la estrecha con fuerza, mientras Lucille y Susan se besan y se deshacen en halagos.

Los Harrington cruzan Columbus Circle y se pierden calle abajo. Anthony trata de rodear con un brazo la cintura embarazada de su esposa, pero no puede abarcarla y vuelve un segundo la cabeza. Georges y Susan aún permanecen bajo la marquesina. Un taxi vacío se acerca a ellos y salpica de agua la acera. Georges levanta una pierna para que se detenga, y el taxista, un tipo manco y corpulento, para dando un frenazo, le cede su asiento y monta detrás junto a Susan.

—Este trabajo es francamente agotador, pero no acepto propinas —dice a la vez que pasa su brazo amputado sobre los hombros de Susan, mientras George tuerce el volante y el taxi se adentra en la 62 bajo una hilera de banderines negros y luces fundidas.


Susan toca el timbre y su madre, en camisón, abre la puerta soñolienta. Es una mujer gruesa, de rasgos amables, esa madre tierna y eficiente teñida de rubio que todo el mundo cree tener.

—Lavaos aprisa las manos y pasad al comedor, queridos. Papá, Bill, Marcia y los gemelos os esperan impacientes —dice entre bostezos antes de perderse en el pasillo camino de su dormitorio.

Susan y Georges entran en el salón con el paraguas de Loca-cola abierto. Las lámparas auxiliares están encendidas y todos duermen plácidamente. Papá lo hace en su butaca de lectura, bajo el reloj de pared recuerdo de Florencia. Bill, Marcia y los pequeños ronronean sobre la alfombra persa tapados con cojines blancos que parecen nubes. Se descalzan, se hacen un sitio entre los niños y se quedan dormidos uno en brazos del otro bajo el paraguas. Horas después Susan se despierta sobresaltada y susurra al oído de Georges que le quiere. Georges le da un beso con los ojos cerrados que sabe a sueño. Luego abre los ojos lentamente, pliega el paraguas y busca de reojo la hora en el reloj de pared.

RELATOS DE AYER Y ANTEAYER

Inicio hoy una serie personal, Relatos de ayer y anteayer, que incluye relatos que escribí hace algunos años, cuando era aún más aprendiz. Son cuentos que no presentaría a ningún concurso ni pelearía por colarlos en una antología, pero que tienen un punto de frescura y osadía que a veces hoy echo de menos en mi escritura: una frivolité. Pues eso. Que os sea leve.

19 de septiembre de 2007

El programa de La Parábola ya está en la página de Juan Jacinto Muñoz Rengel

Pues eso. Que quienes tenéis aún interés en escuchar el programa podéis hacerlo con sólo pulsar el título de este post, y luego, ya en la web del escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel, hacer clic sobre el programa en cuestión.

8 de septiembre de 2007

"PARÁBOLA DE LOS TALENTOS" EN RADIO 5

Emisora: Radio 5 (dial 657 AM, en Madrid. En otras poblaciones será otro).
Programa: LITERATURA EN BREVE, dirigido por el escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel.
Día: Miércoles, 12 de septiembre.
Hora: 17.35

6 de septiembre de 2007

Mis veinticinco películas favoritas

Me invita Nicho a enumerar mis veinticinco películas preferidas, y así, a vuelapluma, me sale este recorrido, más que nada sentimental y nostálgico:


Desayuno con diamantes
Qué verde era mi valle
Esta tierra es mía
Testigo de cargo
La noche del cazador
Centauros del desierto
Los viajes de Sullivan
Qué bello es vivir
Caballero sin espada
Vive cómo quieras
La muerte en vacaciones
Ninotchka
To be or not to be
Sin novedad en el frente
Espartaco
Pulp Fiction
Alien
La parada de los monstruos
El increíble hombre menguante
El hombre con Rayos X en los ojos
El péndulo de la muerte
Ultimátum a la tierra
Calabuig
Amanece que no es poco
Surcos

LITERATURA EN BREVE EN RADIO 5

Un espacio literario, ideado y conducido por el escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel, que merece mucho la pena. Si pulsas en el título de este post podrás leer la noticia completa en el diario El Mundo.

25 de julio de 2007

EL TERROR DEL CARIBE (como es verano, toca reposición)

Justo cuando descubrí las respuestas,
cambiaron todas las preguntas
(Placa en un café de la ciudad de Ger)


—Fernando, son tus amigos —dice mi madre desde el otro lado de la puerta del baño—¿Qué les digo?
—Diles que ahora voy, mamá, que me esperen abajo.
Cuando me siento en el váter con el Iter Sopena abierto sobre las rodillas aparecen como por arte de magia: Abel, Berna, Cachula, David y Lupas viven en mi portal, en una casa de cinco plantas con la fachada de ladrillo rojo. Lupas es hijo único y por eso no tiene que compartir sus coches con nadie. Abel y Berna son hermanos, igual que Cachula y David. Yo también tengo un hermano, Gaspar, pero todavía es muy pequeño. Se le caen los mocos y no sabe pronunciar la erre. En vez de perro dice pero.
—Quieren saber si vas a tardar mucho.
—En cuanto me limpie, bajo, pero eso no se lo digas. Ni les digas que estoy indispuesto o que entré en el servicio con el diccionario, que luego hay pitorreo. Tú diles sólo que no. Mejor, no les digas nada: Ya voy.
Tiro de la cadena, descorro el pestillo y abro la puerta. Mamá me espera en el pasillo con un jersey de rombos sujeto bajo un brazo. Con el otro me quita el Iter de entre las manos. No le gusta que me pase el día leyéndolo. Eso no puede ser sano, suele decir. Suele decir muchas otras cosas: que si sigo comiendo tantos dulces se me van a juntar las mantecas, que no se me ocurra volver a secarme las manos con las cortinas y que a veces no valgo ni los dolores que le costó parirme. Hay días en que no para de reñirme. Papá dice que parece que haya comido lengua de sapo y me guiña después un ojo sin que ella le vea.

—Y Gaspar… ¿no vas a llevarle contigo?
—No, tenemos que cruzar la carretera.
—Date prisa entonces, que ahora está entretenido mirando los dibujos. Espera, llévate el jersey por si refresca. Átatelo a la cintura.
—Pero si estamos en julio…
—Qué julio ni julio. No seas protestón. Obedece.
—Mamá…
—¿Qué?
—¿Me das algo para el futbolín?
—Ni lo sueñes.
Bajo aprisa las escaleras resbalando una mano por la barandilla, pero me cierra el paso un lapo amarillo que consigo esquivar de pura chiripa. La babosa de Cachula. Ha sido él. Estoy seguro. Es el único que sabe sacarse los escupitajos de los bronquios. Hace un ruido muy raro, como de viejo, y luego le sale todo eso por la boca. Sigo bajando. Derrapo al pisar el rellano. Como el último tramo de escaleras es muy corto lo salto con los pies juntos. Están sentados los cinco y ocupan todo el escalón de entrada al portal. Aunque miren hacia otra parte saben que estoy detrás. Mi intención es abrir la puerta de golpe y saltar por encima de sus cabezas, pero en cuanto oyen el muelle salen pitando los muy gallinas. Menos Cachula. El casi ni se mueve. Da un solo paso y se sienta en el capó de un 850 gris que está aparcado enfrente.
—Gordo, mueve el culo —me chilla—. Se nos hace tarde.
No siempre me dice gordo. A veces me llama gorda o To, por tocino, o simplemente Fer, cuando pregunta a mamá por mí o necesita que le eche una mano con los dictados. Es un año mayor que yo y feo y flaco como un zombi. Tiene los ojos de un azul simplón, saltones, muy salidos, como si se los hubieran sacado aposta dándole martillazos en la nuca, y unos orejones colorados que recuerdan a las puertas abiertas de un 124. Es también un tío con agallas y al decir esto no estoy hablando otra vez de sus orejas. En los lavabos del cole, antes de un examen de mates, se da puñetazos en la nariz hasta que le sale sangre para que lo manden de vuelta a casa. Yo lo he visto con estos ojitos. A veces sangra tanto que su cara parece una bandera de Japón. Está claro que no es ninguna lumbrera —creo que se dice así—. Necesitaría toda la Edad Media para hacer una suma de quebrados. Pero cuando me mira con esas canicas azules, como está haciendo en este momento, me pone muy nervioso. Casi me da miedo.
—¿A qué vienen tantas prisas? —le pregunto.
—Hemos quedado en ir al Terror del Caribe y como no salgamos ya, se nos va a adelantar la banda del Piojo —aclara. La verdad, no sé por qué casi me da miedo. Tampoco es para tanto. Le está saliendo una nube de pelusa encima del labio y si no llevara puestos esos pantalones cortos recordaría a Pierre Nodoyuna, aunque no podría ponerse el casco… Las orejas no le cabrían dentro.
Echamos a correr por la acera. Como soy muy lento me cuesta mucho seguir la marcha de los demás. Además a cada poco el dichoso jersey se me suelta y a la vez que corro tengo que atarme las mangas a la cintura. Es un fastidio. Para no quedarme atrás tan pronto pregunto a Lupas por su padre. Se pone a mi altura y me dice que está ya en casa, que le han traído en una ambulancia esta misma mañana, pero en seguida remonta y vuelve a su posición tras Cachula en segundo o tercer lugar. Lupas es el más rápido de todos nosotros. Es tan rápido que ni siquiera tiene que molestarse en demostrarlo. Su padre también era muy rápido. De joven llegó a ser campeón provincial de 400 metros vallas. Últimamente ha estado en el hospital por una úlcera, pero el otro día oí como mamá le decía a papá en la cocina que dos meses son demasiado tiempo para una simple úlcera por mucho que se infecten los puntos.
Al llegar a la carretera, Cachula frena de golpe y cada quien choca contra el que va delante. Lo llamamos hacer el acordeón. Es divertido, aunque la carretera está ya ahí y es muy peligrosa. Hay siempre un ir y venir de coches que no termina. Entre los coches me siento tan poca cosa como esa mosca que vuela sobre una charca llena de ranas en un juego que me regalaron por mi cumple —yo me pedí el Larousse—. La única diferencia entre nosotros es que la mosca tiene tres vidas y yo sólo tengo una. Por eso me gusta que me protejan. Mamá siempre se lo dice a papá. Horacio, le dice, este niño es muy maduro para su edad pero todavía tenemos que estar pendientes de él. Ella siempre lo está de Gaspar y de mí. Si me volviera un momento la vería asomada a la ventana sobre un volador azul del que cuelga ropa que gotea, puede que con Gaspar a su lado subido en una banqueta y berreando porque me he ido sin él. Pero ahora no hay tiempo de mirar atrás: Detrás del Simca rojo no viene ninguno.
—¡Ahora! —chilla Cachula— ¡Todos a la vez!
No le ha elegido nadie jefe, pero como es el mayor ha terminado por serlo. David, su hermano, dibuja muy bien: clava las láminas de Freixas y al botones Sacarino. Es un artista. Y todo el mundo sabe que los artistas no son buenos jefes, que son unos lilas. En favor de Abel y Berna sólo puedo decir que están, que vienen y van como los coches, bueno, y que son muy educados y obedientes y van siempre vestidos idénticos con esos pantalones de tergal azul marino y esos chalecos de pico tan ñoños. En resumidas cuentas, que parecen miniaturas del cobrador del Ocaso. Finalmente, Lupas es muy rápido, demasiado. Es tan rápido que dejaría a su ejército atrás. Además es un tapón y lleva gafas de culo de vaso, lo mismo que su padre, el de la úlcera. Y yo… entre los kilos de más y esa manía mía de buscarlo todo en el diccionario… Pues eso.
Conmigo en último lugar, pasamos de largo La Taba. Es una barriada de casas baratas con patios donde solemos venir a jugar al balón. El suelo es de cemento y las porterías están pintadas con tiza en las paredes, pero es mejor que el barrio, allí tenemos que parar cada dos por tres porque no hacen más que pasar coches y hay otros muchos aparcados. A veces el balón se queda atascado debajo de uno y tienes que tumbarte en la carretera y meter una pierna para sacarlo a patadas. Por eso casi todos los balones están ahuevados.
El Terror del Caribe queda muy cerca de La Taba. Sólo hay que bajar una cuesta y ya está. Es una plazoleta que tiene un bar en medio, La Rueda. El bar ocupa la mayor parte de una casa baja pintada de blanco, y delante hay una rueda de carro colocada encima de una piedra. Alrededor no hay ninguna otra casa, sólo una barandilla de hormigón que da a un terraplén donde la gente echa basura. La llamamos el Terror del Caribe porque la plazoleta parece un barco con su cabina, su timón y su borda. Por eso, por las chimeneas de fábrica que parecen faros a lo lejos y por ese mar lleno de tesoros que es el terraplén. Allí abajo pueden encontrarse neumáticos, cuero para los tirachinas, palos de todos los tamaños, chapas y dinero. Sí, dinero. Monedas que se cuelan en la basura de La Rueda cuando barren y que nosotros rebuscamos entre cabezas de gambas, palillos, serrín y servilletas sucias de papel. A no ser que se adelante la banda del Piojo, pero hoy no parece que vaya a ser así porque ya casi estamos abajo y no se oye chillar a esos mongolos.
Mientras cojo aire y me ato bien el jersey a la cintura los muchachos se van descolgando uno tras otro por el terraplén: Primero Cachula, con esa agilidad suya de chimpancé —y no me estoy refiriendo otra vez a sus orejas—, luego Lupas y por este orden David, Abel y Berna. Yo soy siempre el último y por eso estoy acostumbrado a que Cachula me incordie:
—¿A qué estás esperando, gorda?
—Ya voy joer… orejón de mierda —lo de orejón de mierda sólo es un murmullo, poco más que un pensamiento.
Paso una pierna por encima de la barandilla, después la otra, me doy la vuelta con mucho trabajo y me quedo colgado de las manos esperando ayuda. Mi bajada es parecida a un baile y necesita de toda la panda. Me agarran de las piernas y, muy despacio, como si se tratara de una vedete, me bajan hasta el mismo suelo. Para subir lo tengo mucho más fácil porque en el terraplén siempre hay ruedas o cajas de fruta sobre las que auparse.
La montaña de basura de La Rueda está todavía sin tocar. Cogemos un palo cada uno y nos colocamos alrededor haciendo un círculo. Huele a podrido, pero ser pobre —y no tener dinero para jugar al futbolín es ser pobre— apesta mucho más. Las reglas son las de siempre: las que diga Cachula.
—Uno: Nada de empujones, collejas, capones, zancadillas o mordiscos. Dos: Las monedas no son del primero que las ve. Tres: Son del que las coge. A la de una, a la de dos y a la de…
Empieza el ajetreo de palos. Es como si estuviéramos jugando un partido de hockey sin pelota en una baldosa. Las chapas de los quintos de cerveza son doradas y fáciles de confundir con una pela, por eso nos agachamos muchas veces en balde. En cambio con el brillo plateado de los duros no hay equivocación. Vamos todos a por uno que en un pispás queda tapado por una columna de manos. La de abajo es la que vale, la de Lupas, que sopla la porquería y se lo mete en un bolsillo delantero del pantalón. No parece que vaya a ser una tarde de la leche. A estas alturas otras tardes ya llevamos encontradas diez o doce pelas, pero seguimos removiendo. Entre unos güitos de aceituna veo una. Me agacho, pero cuando voy a cogerla Lupas la tiene encerrada ya en un puño. Es demasiado rápido para mí. Además tiene cuatro ojos y es enano. Está tan cerca del suelo que no tiene ni que agacharse. Lo tiene a huevo. Tan a huevo que el muy mamón acaba de enganchar como un relámpago una moneda de cinco duros de debajo de un montón de chapas. Al verlo, Cachula hinca con rabia su palo en la basura, que ya no se parece nada a una montaña:
—¡Cago en la mar!, –se desgañita- ¡qué mala suerte!
Berna y Abel se retiran en ese mismo momento. Yo creo que no les interesa la pasta si no es para llenar los cerditos. No les dejan echar a las maquinitas ni comer chucherías y sólo pueden comprarse tebeos cuando están malos. Si bajan a la calle es sólo para que no estorben a su madre en las reuniones de Jeová que organiza en casa, por lo menos eso dice mamá. David hace ya tiempo que se retiró y mata el rato dibujando con su palo el careto del botones Sacarino sobre un poco de arena. Los tres deciden poco después irse a ver nosequé en la tele. Cachula, Lupas y yo seguimos revolviendo la basura hasta que se nos echa encima la hora de volver a casa.
No hacemos más que llegar al portal cuando se bajan de dos taxis algunos hombres y mujeres vestidos de negro. Entre ellas reconozco a la abuela paterna de Lupas. Lupas sale corriendo a su encuentro. La abuela se agacha, lo recibe con los brazos abiertos y le dice algo al oído. Luego empiezan los dos a llorar, y Lupas aprieta la frente contra la tripa de la mujer. Se queda así mucho rato, como si quisiera pasar a través de ella, mientras el resto de hombres y mujeres de negro se abrazan entre ellos y le pasan de vez en cuando una mano por el pelo. Cachula me cuenta al oído que son también familia de Lupas, cree que tíos, y me clava un codo en un costado para que subamos. Después se pone de puntillas —vive en el quinto— y pulsa el timbre de su casa en el portero automático. Tiene mucho interés en que nos larguemos cuanto antes.
—Hasta mañana, Fer —me dice en el rellano.
Se esfuma escaleras arriba y sigo pensando en que me ha llamado Fer mientras toco a mi puerta. Gaspar me abre en seguida. Lleva los morros manchados de chocolate. Hace poco que llega al pasador y desde entonces siempre abre él la puerta. Es oír el timbre y salir disparado hacia el pasillo. En cuanto entro se me agarra a la pierna izquierda como una garrapata. Intento soltarlo, pero como no se deja y no quiero hacerle daño, termino arrastrándolo conmigo hasta el cuarto de papá y mamá. Ella me pregunta desde la cocina que tal está el pobre Lupas, aunque ella le llama Josemi. Le contesto que está abajo con su abuela y con sus tíos mientras abro la puerta del cuarto. Una vez dentro, subo a la gigantona a Gaspar para que me alcance el Iter de encima del armario. Sé que mamá lo esconde ahí arriba. Luego dejo a Gaspar otra vez en el suelo y busco en la eme muerte hasta que la encuentro. Entonces leo la definición en voz alta. La leo varias veces mientras Gaspar se tapa y destapa la cara con mi jersey de rombos y se troncha. La leo despacio, palabra por palabra, pero no dice gran cosa.

23 de julio de 2007

LIBERTAD DE EXPRESIÓN SECUESTRADA

Pulsa en el título para ir a la revista

¿ 20 de Julio de 2007?

Escribimos esta nota el viernes, 20 de Julio de 2007, a las 19h. Tenemos la redacción llena de medios de comunicación que nos preguntan el por qué del secuestro de la revista. No sabemos qué responderles. El Jueves ha publicado decenas, cientos de dibujos sobre la familia real ( y sobre políticos, famosos, la ETA y todo lo que se mueve). Incluso hemos publicado un libro, TOCANDO LOS BORBONES, un tomazo de 350 páginas que recopilaba los dibujos más divertidos.

Somos humoristas gráficos y trabajamos conscientes de que nuestra obligación, lo que nos piden los lectores, es que exploremos el límite de la libertad de expresión. Podemos aceptar que, incluso, en alguna ocasión, lo podamos traspasar . Gajes del oficio. Si nos pasamos para eso están los tribunales pero...¿un secuestro? ¿ la policía recorriendo los quioscos de todo el país retirando nuestra revista? ¿ De verdad escribimos esto el 20 de Julio del 2007?

26 de junio de 2007

CANDEIRA Y NEUMAN EN EL 6 DE "NARRATIVAS"

Llegó el verano y con él el sexto número de la revista Narrativas, que incluye, entre otros, sendos relatos de Matías Candeira, excelente cuentista, amigo y compañero de antología en Parábola de los talentos, y Andrés Neuman.

● Ensayos
Algunos seres fabulosos y mitológicos en Don Quijote: un acercamiento simbológico, por Víctor Coral
Bécquer, el hombre a través de sus rimas, por María Dubón
Onetti refunda Santa María: cuando ya no importe, por Daniel Orizaga

● Relatos
La intención del autor, por Andrés Neuman
Mujer en tren, por Miguel Barrero
El ajuste, por Luis Calle
Es que verá que me duele la mano, por Omar Piña
Liturgia de la sombra, por Lilian Elphick L.
Un cadáver sobre la cama, por Pablo Lores Kanto
Nunca aprendí a escribir, por Graciela Barrera
La muerta, por Pablo Giordano
El espejo, por Gabriel Amador
Crepúsculo del samurai, despertar del yo, por Pedro Escudero
La pastelería de Juliana, por Angélica Morales
Lo que pasa, por Miguel Carcasona
Y no poder tocarla…, por Nerea Marco Reus
Naif, por Sergio Manganelli
Realidad y ficción del narrador (diario de la que escribe), por Dulce María González
Fatalidad de los espejos de la lluvia, por Sergio Borao Llop
Con el rostro de Bogart, por Jorge Gómez Jiménez
Mi habitación privada, por Carlos Manzano
El compromiso, por Rosa de Lera
La apostada, por Julio Blanco García
Un hombre en la luna, por Amelie Olaiz
Flores, señor…, por Matías Candeira
En aquel entonces, por Moisés Sandoval Calderón

● Narradores
Manuel Vilas

● En otras lenguas
¿Qué pez es éste?, por C.M. Mayo (Traduc. Agustín Cadena)

● Entrevista
Ignacio Echevarría, crítico literario y editor proletario, por Blanca Vázquez

● Reseñas
“Doña Jimena” de Magdalena Lasala, por Francisco Carrasquer Launed
“88 Mill Lane” de Juan Jacinto Muñoz Rengel, por Quique Bermúdez
“Todas las almas” de Javier Marías, por Cristina Núñez Pereira
“Essencial” de Harold Pinter, por Juan Pablo Fuentes
“Sin destino” de Imre Kertész, por Magda Díaz y Morales
“El señor de los jardines negros” de André-Marcel Adamek, por Enrique Martín
“La fortuna de Matilda Turpin” de Álvaro Pombo, por José María Ariño Colás

● Miradas
Sybille Bedford: una vida libre, una mujer libre; una mujer de letras, por María Aixa Sanz
Apología de la gordura, por Agustín Cadena

● Novedades editoriales

● Noticias

18 de junio de 2007

MAGDALENA TIRADO EN LUKE

Ines Matute entrevista a Magdalena Tirado en la revista digital Luke con motivo de la reciente publicación de El corazón de las estatuas.

6 de junio de 2007

EL CORAZÓN DE LAS ESTATUAS, de Magdalena Tirado













Este viernes estamos de enhorabuena. Mi amiga Magdalena Tirado presenta en sociedad su segunda novela, El corazón de las estatuas. Desde aquí le deseo lo mejor a la autora y al libro (una novela moderna y arriesgada, de esas que a mí me ponen).

Yo acudiré a la presentación, por supuesto, así que si alguno se pasa y me quiere conocer que me toque en un hombro. Para los detalles del evento, lo mejor es que leáis el texto de la invitación, pero os adelanto que tendrá lugar a las 19.30 h en la Nueva Librería Fuentetaja, que me han dicho que ha quedado estupenda.

Ignacio Ferrando y Antonio Rodríguez ejercerán de padrinos.

31 de mayo de 2007

LA OFENSA, de Ricardo Menéndez Salmón

Supe de la existencia de Ricardo Menéndez Salmón a raíz de que obtuviera el premio Juan Rulfo de cuento en 2003 por Los caballos azules. Ese mismo año yo recibí el Unión Latina, el dedicado a los escritores noveles y el tercero en importancia de los premios Juan Rulfo (cuando eran varios. Ahora solo otorgan uno).

Entonces se presentaron al certamen 6.438 cuentos y cuando me llamaron para comunicarme la noticia casi me da un jamacuco (no todos los días le dicen a uno que su cuento ha quedado el tercero entre 6.438). Además, el jurado estaba integrado por escritores de prestigio (pónganle al “prestigio” los millones de comillas que quieran).

Con todo, yo no supe de la dimensión real del premio hasta que leí Los caballos azules, que me pareció un engranaje perfecto y preciso. Aquellos caballos azules dieron nombre luego, en 2005, a una antología de relatos del escritor asturiano, del mismo modo que mi cuento (La sombra de las acacias) aparecerá pronto en una mía. Parece que siempre voy varios pasos por detrás de Menéndez Salmón (y en plan mucho más minoritario, claro). Así que ahora que le va tan bien con La ofensa, su última novela, me alegro mucho por los dos.

Al margen de este paralelismo azaroso, un tanto austeriano, quiero transmitiros a quienes tenéis la paciencia de pasaros de vez en cuando por aquí (e incluso de leerme) mis impresiones sobre La ofensa y su autor.

Creo que Ricardo Menéndez Salmón es un escritor preciso (y a veces precioso) que conoce el oficio y no tiene nada que ver con la rémora de chapuceros que hace ya demasiados años viene lastrando la literatura española. A uno podrá o no gustarle el estilo, un tanto barroco, del autor, pero detrás de cada línea de La ofensa hay muchísimo trabajo, muchas tomas de decisiones y mucho reposo, y escritores que se acerquen a la escritura con esa profesionalidad (en el buen sentido, en el creativo, no en el mercantilista) debe de haber tres y el del tambor; al menos subidos en el iceberg (otra cosa son los cadáveres congelados que flotan debajo). Como bien avanza su segundo apellido, pudiera decirse que Ricardo Menéndez Salmón es un superviviente.

La ofensa es un homenaje intencionado a El corazón de las tinieblas, de Conrad, de otra forma no se entendería (o sería una casualidad insólita, hiperausteriana) que el personaje principal de la primera se llame Kurt y el de la segunda, Kurtz; y que en ambas novelas el horror sea el protagonista exclusivo. Pero el punto de vista varía: en El corazón asistimos a un horror exógeno, puesto ante los ojos del mundo mediante la mirada de Marlow; en La ofensa, ante uno endógeno, capaz de aniquilar al hombre por dentro, de reducirlo a un recuerdo remoto de sí mismo, a una lobotomía emocional. No estamos pues ante novelas excluyentes, sino complementarias, ante dos viajes que confluyen.

Por otra parte, la longitud de la novela (142 intensas páginas) es un oasis en este mar de novelones actuales que parecen haber sido concebidos para ponerse sobre una balanza y venderse al peso. El mundo interior de Kurt (de ese sastre a quien secuestra el monstruo del nazismo y que protagoniza y prácticamente monopoliza la novela) queda reflejado por una voz en tercera a base de concisión, de pinceladas finas, elipsis afortunadas y un dominio del símil depurado, con una estética visual y sensitiva en las antípodas de los territorios comunes.

Habrá quien opine que Menéndez Salmón es un escritor denso, barroco (como decía antes), pero yo no lo creo. Yo pienso que es un escritor que se desvive por su trabajo y que manifiesta una necesidad imperiosa de ser certero, minucioso, infalible, igual que un buen artesano, como su propio Kurt. Y a este tipo de escritores en vías de extinción, con independencia de los gustos personales de cada cual, lo único que se les puede desear es salud y suerte.

28 de mayo de 2007

Parábola de los talentos en la cuesta de Moyano y en Generación Siglo XXI

Muy buenas a todos:

A quienes estáis encontrando alguna que otra dificultad para conseguir La Parábola de los talentos en Madrid, os informo de que actualmente se encuentra a la venta en la caseta ocho de Moyano, junto al resto de la colección Guermantes de Gens Ediciones; aparte de en las principales librerias de la capital y en la sede de Gens (Santa Inés, 4, a dos pasos del Reina Sofía) en horario de 10.00 a 13.00 h de lunes a viernes.

Por otra parte, reproduzco a continuación la reseña que la periodista Emilia Lanzas hizo de la antología en la revista universitaria Generación Siglo XXI:

Parábola de los Talentos
Antología
Editorial Gens (colección Guermantes), 2007

Emilia Lanzas

“Relatos para empezar un siglo”: tal es el subtítulo que conlleva una perspectiva de futuro y una propuesta. Doce autores (Inés Mendoza, Julio Jurado, Enrique Triana, Juan Carlos Márquez, Matías Candeira, José Delclaux, Mª José Codes, Aldara Fdez. de Córdova, Elena González, Ignacio Jáuregui, Elena del Hoyo y J. Luis Pereira) caracterizados por la heterogeneidad. Estilos e historias diversas que rompen el principio del pensamiento único, también imperante en la actual literatura oficial.

Aunque existe desigualdad como en cualquier antología; y para determinar un punto de encuentro, puntualizar que estos relatos están unidos por su pretensión de trascender, transgredir y extralimitar la apariencia con la finalidad precisa de mostrar ese más allá, esa otra realidad. Lo que, en verdad, nos configura.

Porque escribir –algo que parecen tener muy claro los cuentistas de esta antología- es hacer de lo cotidiano extraño, y lograr así, el acto prometeico de la revelación.

23 de mayo de 2007

ELLA Y LA ORGÍA PERPETUA, de Ana Muñoz de la Torre


Yo nunca he participado en una orgía, por eso me hace mucha ilusión estrenarme este viernes en la que han organizado mi amiga Ana Muñoz de la Torre y los editores de Gens en el Nietzsche Art & Drinks a partir de las ocho de la tarde.

El libro lleva por título Ella y la orgía perpetua y recoge el espíritu de la bitácora homónima de la autora cordobesa, quien con un gusto exquisito, al borde siempre de la emoción, viene desde hace años sembrando de caricias literarias la blogosfera.

Bien por Ana, por los editores y por esta pionera y necesaria aventura. Desde aquí les deseo lo mejor y, de paso, os invito a que acudáis a la presentación del libro. Sinceramente, merece la pena. Os copio debajo, en otro post, el mapa del tesoro.

17 de mayo de 2007

Si te comes un limón y se te indigesta un poco

Hoy me toca a mí hablar del último libro de Pàmies, pero seré breve, porque ha corrido ya demasiada tinta para un libro que, vaya esto como avanzadilla, no merece tantas atenciones. Solo una precisión antes de comenzar: este es mi primer acercamiento al autor y quizá ese detalle me sitúa en una posición más objetiva (y más ignorante) que la de otros compañeros y amigos que, con disparidad de opiniones, se enfrentaron antes al libro.
Dice Vila-Matas en el prólogo que Si te comes un limón sin hacer muecas esconde en realidad tres mil páginas más, pues bien, yo opino lo contrario: que le sobran muchas. A mí el libro se me ha hecho hasta un poco pesado. He tenido demasiadas veces la sensación de que me estaban contando una y otra vez el mismo cuento: el mismo esquematismo narrativo (Pàmies se queda varado a medio camino entre la parquedad y la esencia; eso cuando no se atasca en la parquedad), el mismo final ingeniosillo (facilón) y la misma cantinela doméstica posindustrial.

A la escritura de Pàmies le ha pasado como al Increíble hombre menguante, que ha encogido tanto que se ha vuelto invisible (o peor aún, previsible), de modo que algunos de estos cuentos han quedado reducidos a una sucesión de frases aisladas, entiendo (o quiero entender) que como reflejo intencionado de la aislante vida actual. En cierta forma, es como si Pàmies fuera un tigre que tratara de camuflarse sobre una alfombra de piel de tigre, pero sin éxito, porque resulta que al tigre tumbado se le ven los huevos, unos huevos rojos como puños de grandes.

Todo esto hay que tamizarlo y relativizarlo, es obvio: con todo, Si te comes un limón sin hacer muecas supera (y con creces) a la mayoría de libros de relatos que aparecen en las mesas de novedades de las librerías (claro que eso tampoco es para rasgarse las vestiduras, por mucho que esté enfrente un tigre). Pero al tigre lo que es del tigre.

Para terminar, me gustaría destacar dos relatos, uno bueno y uno malo, como en los chistes:

El bueno, o más bien interesante, se titula Ficción y es un ejercicio de metaliteratura que tendría su aquel como material de aprendizaje en los talleres literarios; una no historia original. El malo lleva por título El pozo y quiere decir tanto que no dice nada. Este también serviría como ejemplo para los alumnos de un taller literario, pero de lo que no se debe hacer.

9 de mayo de 2007

Todavía tú, de María Tena



María Tena presentó ayer su última novela en el Instituto Cervantes ante un gentío de impresión (se agotaron los ejemplares a la venta en el recinto). María es amiga y compañera y, aunque no he podido aún leerme su libro (lo adquirí ayer), confío ciegamente en su buen hacer. Dos datos bastarán para poneros los dientes largos: Todavía tú fue una de la novelas finalistas del último Premio Herralde y, en consecuencia, ha sido publicada por Anagrama, toda una garantía de calidad. Así que creo que podéis rascaros el bolsillo sin inquietud.

7 de mayo de 2007

EVA E IGNACIO

Esto adquiere cada vez tintes más bíblicos.

A la información exhaustiva sobre Parábola de los talentos (yo, como Umbral, he venido a aquí a hablar de mi libro) se unen ahora dos nuevas bitácoras que propagad a los cuatro (o a los que sean) vientos:

El nuevo espacio de la editorial Gens (EVA), que nace con la vocación de ser un punto de encuentro entre autores y lectores, y que promete información, entretenimiento y hasta regalos (OJO, REGALOS. HE ESCRITO REGALOS).

Y la página personal del bilbaíno, escritor, autor en la Parábola, médico, bosforiano y pindépiro Ignacio Jáuregui (ahora parezco José Luis Moreno), quien (y me refiero de nuevo a Jáuregui, no a José Luis Moreno), dicho sea de paso, hubiera gestionado mucho mejor que Adán la crisis aquella de la manzana con Eva.

Enlazados quedan ambos: EVA e Ignacio.

28 de abril de 2007

Cuentistas reunidos

Ángel Zapata, Félix J. Palma, Eloy Tizón, Carmela Greciet, Care Santos, Hipólito G. Navarro, Fernando Iwasaki y José Manuel Benítez Ariza charlan con Emilia Lanzas sobre el cuento y sus circunstancias. Ocurrió en la revista universitaria Generación Siglo XXI tiempo ha.

A pasarlo bien.

19 de abril de 2007

La "Parábola" en La Noche de los Libros

Con motivo de la celebración este próximo lunes de la ya tradicional La Noche de los Libros madrileña, los autores de Parábola de los talentos estaremos firmando ejemplares en dos frentes:

Algunos autores acudiremos como invitados a la Jornada de Puertas Abiertas de Escuela de Escritores de Madrid (c/Ventura Rodríguez, 11. Metro Plaza de España o Ventura Rodríguez), donde dedicaremos ejemplares y antenderemos personalmente a los lectores que quieran acercarse a conocernos a partir de las 19.00 h. Por su parte, el también 'parabólico' Jose Luis Pereira estará a las 20.30 h en la librería Arriero, en Torrejón de Ardoz (c/Curas, 31).

La Escuela de Escritores, además, ofrecerá a lo largo de la tarde noche del día 23 otra serie de iniciativas:

A partir de las 17:30 y durante una hora, actuarán las Personas-Libro, seres maravillosos que leerán desde su memoria fragmentos de, entre otros, García Márquez, Cortázar, Calvino, la profesora de relato Magdalena Tirado, y Ray Bradbury, inventor de estos monumentos humanos a la Literatura.

A continuación, a partir de las 18:30 horas, tendrán lugar ocho talleres literarios abiertos al público, dictados por profesores de los cursos de escritura presenciales.

Se convocará también un concurso de microcuentos con las palabras apadrinadas de protagonistas, en una jornada en la que también serán dados a conocer los datos de esta iniciativa que ha dado la vuelta al mundo y ya ha sobrepasado los 15.000 participantes.

A lo largo del día en el portal de La Escuela en Internet podréis encontrar también muchas sorpresas.

¡Espero veros a alguno por allí!

Libros y flores para todos.

12 de abril de 2007

Apadrina una palabra

A estas horas todo quisque que no viva en una cueva conocerá ya esta iniciativa conjunta de la Escuela de escritores y la Escola d'Escriptura del Ateneo de Barcelona. Pero, por si acaso, cuelgo aquí esta noticia aparecida en el Heraldo de Aragón, en la que, como padrino de la palabra 'achiperre', aparezco citado (Muchas gracias, redactor o redactora. Tómate algo a mi salud)

LETRAS
Salvemos una palabra
Muchas palabras desaparecen por caer en desuso, por eso la Escuela de Escritores propone a los internautas apadrinar aquélla que desean rescatar del olvido.

R.C.L. Zaragoza

¿Qué palabra echaría usted de menos si dejase de existir definitivamente? Porque son infinidad los términos que se van extinguiendo poco a poco, sea por el cambio de costumbres, por la evolución del propio lenguaje o por la llegada de palabras extranjeras que sustituyen a las españolas, entre otras cosas. "Entre 1992 y 2001 se desterraron más de 6.000 términos del Diccionario de la Real Academia Española", explican los responsables de la Escuela de Escritores, entidad que ha propuesto a través de su página web una tarea de salvamento en la que todo el mundo puede participar.

Si el año pasado se propusieron encontrar la palabra más bella en español (ganó "amor" y votaron más de 41.000 personas), este año lo que desean es encontrar aquellas palabras en vías de extinción que los internautas desearían conservar para siempre. Cualquiera puede apadrinar hasta un máximo de cinco vocablos, y exponer además las razones por las que ha elegido cada palabra.

El día 23 de abril, Día del Libro, la Escuela de Escritores inaugurará en la red un apartado llamado reservadepalabras.org, donde quedarán para la posteridad, a modo de diccionario nostálgico, las que reciban más votos.

No sólo un sinfín de personas desconocidas (que no anónimas, pues es preciso identificarse) han introducido ya su propuestas en escueladeescritores.com, sino también una serie de personalidades conocidas que ejercen de "padrinos de honor", entre las que hay escritores, políticos, dibujantes, actores o cantantes. Unos han propuesto la suya por razones simples, como Eduard Fernández, que ha elegido "albero" porque "es mi color preferido". Otros tienen razones sentimentales, como la periodista Ángeles López, que propone "encetar" (comenzar), un término que "se utiliza básicamente en Zamora pero también en León, Aragón y Canarias" y que su padre utilizaba cuando empezaba "todos los melones de mi infancia", recuerda. También los hay bromistas, como el profesor Juan Carlos Márquez, que escoge "achiperre" (objeto sin utilidad definida) que le "suena a un poco a estornudo canino, por hacer un chistecillo fácil" y que propone aplicar, por ejemplo, a algunos políticos. Al presidente de la agencia de noticias Efe, Álex Grijelmo, le parece oportuno reivindicar "almazuela", manta hecha con pedazos de tela distintos a la que -según dice- lamentaría que se acabase llamando definitivamente con el término inglés "patchwork".

Entre la amplia selección que hay hasta la fecha, se pueden hallar unos cuantos aragonesismos, como "ababol", "alcorzar", "babatel", "chabisque"(que curiosamente es reivindicado por alguien de Navarra), "escoscar", "rasmia", "laminero" e incluso "esbarizaculos", que ni siquiera aparece en el diccionario pero cuyo significado es fácil de identificar como "tobogán".

Y no es ésta la única palabra ausente del Diccionario de la Real Academia Española que los internautas proponen salvar del olvido. Hay otras, como "mindundi" o "zaforas", igualmente ignoradas por quienes limpian, fijan y dan esplendor al idioma.

Entre las razones que alegan los votantes, no sorprende encontrar mayoritariamente evocaciones de la infancia, de un mundo definido con otras palabras.

11 de abril de 2007

Ecos de "La Parábola"

La Parábola de los talentos en Comunidad Escolar y en el blog del escritor Miguel Sanfeliu.

Y los "mejores" libros de relatos son...

Llegó a su fin la elección de los "mejores" (entrecomillo "mejores" entre dos comillas, pero debiera hacerlo entre millones de ellas) libros de relatos 1982-2007 en El síndrome Chéjov. Esta es la terna más valorada por los lectores y escritores participantes:

18 VOTOS-Catedral - Raymond Carver - 1983.

14 VOTOS- Velocidad en los jardines - Eloy Tizón - 1992

9 VOTOS-Llamadas telefónicas - Roberto Bolaño - 1997.

La lista completa podéis leerla en el blog de Miguel Ángel Muñoz. Espero que nos sirva a todos como guía para próximas e interesantísimas lecturas.

9 de abril de 2007

Ludoliteratura

El colega Javier Pérez, Premio Azorín 2006 por La crin de Damocles, me propone uno de esos juegos blogueros a los que no soy proclive (soy un poco sieso y gruñón, qué le voy a hacer, y no suelo gastar un ápice de energía en estos menesteres). Esta vez, sin embargo, al tratarse de una propuesta de atmósfera literaria, he decidido sumarme a la iniciativa.

(Aviso: quiero dejar claro que no me estoy volviendo blando y que no atenderé a invitaciones estándar Los mundos interiores de Piluchi, de esas de “sácate un moco y díselo a tus diez mejores amigos”, que, por cierto, a ver quién es el guapo que tiene diez amigos).

El juego azaroso que me plantean es el siguiente:

1. Abre el libro que tengas más a mano, no otro, sino el que más cerca quede, por la página 139 (si tiene menos páginas, coge el segundo más a mano, anda. Y, sobre todo, no hagas trampas).

2. Copia en tu blog las cinco primeras oraciones del segundo párrafo (y cruza los dedos para que el escritor no te denuncie por apropiarte de su propiedad intelectual).

3. Para que la cadena siga, invita a otros tres blogueros a continuar el juego.

A mí, tras trazar una línea recta imaginaria entre el escritorio y la balda tercera de la librería, el ejemplar que me queda más cerca es París no se acaba nunca, de Enrique Vila-Matas:

“En las claras, frescas mañanas de París, me la encontraba de repente por el barrio comprando el pan y me hacía en voz alta preguntas muy divertidas o increíbles para la hora que era y sobre todo teniendo en cuenta que estábamos haciendo cola en una panadería: “¿Verdad que yo no soy una mujer sofisticada ni falsificada sino que soy una falsificación verdadera?”

Traslado la patata caliente (sin ningún compromiso) a los escritores Miguel Ángel Muñoz y Matías Candeira y a mi querido Nicho.

29 de marzo de 2007

Elige los mejores libros de relato en "El síndrome Chéjov"

Estos días El síndrome Chéjov es un hervidero de entusiasmos y pasiones. Miguel Ángel Muñoz ha lanzado a sus lectores un reto: elegir el mejor libro de relatos 1982-2007. El asunto se las trae, pero merece la pena mojarse. Las reglas de la votación podéis leerlas en El síndrome, pero es importante que sepáis que no se contabilizarán los votos anónimos.

¡A qué estáis esperando!


http://elsindromechejov.blogspot.com/

27 de marzo de 2007

Número cinco de "Narrativas"

Ensayos
Verse a través del Otro en la Lima decimonónica, por Martín Palma Melena
"El Túnel”, ejercicio deconstructivo, por Julio Salinas Lombard
La poesía luminosa y feroz de Sol Acín, por Mercè Ibarz
Vigilancia y Fuga en “Mano de obra” de Diamela Eltit, por Mónica Barrientos

Relatos
Después de tantos años, por José Ovejero
Cuando yo era sordo, por Leopoldo de Trazegnies Granda
Roma, laberinto de espejos, por Carlos Montuenga
La última cobardía, por Jorge Carrasco
Sin remitente, por Gabriela Urrutibehety
El acompañante, por Andrés Fabián Valdés
Un ataque de lentitud, por Juan Carlos Chirinos
La viuda negra, por Rosa Silverio
Las pestañas de Guimard, por Juan Carlos Márquez
El olor de la ceguera, por Graciela Barrera
Descubriendo sueños, por Mónica Gutiérrez Sancho
Mientras siga escuchando la misma estación, por Iván Humanes Bespín
La lámpara de plata, por José Manuel García Marín
El remolino, por Miguel P. Soler
Azogue, por Luis Pita
La frontera es un buen lugar para vivir, por Agustín Cadena
La Caperucita y el abuelo feroz, por Pablo Lores Kanto
Una vieja historia, por Luisa Miñana
Las cien pesetas, por Fernando Sarriá
El juego de las estatuas, por Antonia Romero
La sonrisa de los hipócritas, por Eduardo Martínez Carnicer
Huidobro literal, por Jorge Etcheverry
Como un hombre que sobrevuela el mar, por Pepe Cervera
Pinche Lupita (o de cómo se me escapó), por Paul Medrano
La orilla, por Moisés Sandoval

Reseñas
“La vida nueva” de Orhan Pamuk, por Blanca Vázquez
“Un sueño comentado” de Rubi Guerra, por Agustín Cadena
“Historia de la belleza” de Umberto Eco, por Antón Castro
“Guía de Hoteles inventados” de Óscar Sipán y Óscar Sanmartín, por Sabas Martín

Miradas
Irène Némirovsky y el abandono, por María Aixa Sanz
"La Historia de Joel" de Henning Mankell, por Sfer

Tiras Insulsas
Emilio Jio - DaniFrame

Novedades editoriales

Noticias

7 de marzo de 2007

Juan Bas sobre La Parábola y el cuento en general en EL CORREO

Cuentos
JUAN BAS

Mi viejo amigo Ignacio Jáuregui me ha enviado un libro que se titula 'Parábola de los talentos', recién publicado por Gens en una atractiva edición. Es una antología de cuentos en la que él participa junto con otros once escritores que, como dice el preámbulo de los editores, han decidido contra viento y marea practicar el género del relato breve. A Ignacio y a mí nos une el amor por leer y tratar de escribir buenos cuentos -él lo consigue- y un sentido del humor que quizá desarrollamos, cuando éramos compañeros de clase, como estrategia de resistencia bajo la férula marista.Me parece muy adecuado lo de contra viento y marea y les deseo la mejor suerte, les hará falta. Desde hace bastante tiempo, en el mercado editorial español -y en buena parte del europeo-, los libros de cuentos se consideran a efectos comerciales como material de segunda. Se objeta que los lectores prefieren novelones, mamotretos con muchas páginas y mucha paja, cuanta más mejor. No creo que sea así, al menos no del todo. La gente sin demasiado criterio consume en principio lo que se le ofrece con grandes campañas publicitarias y ocupa el lugar de privilegio de las mesas de novedades. Si no se venden más los libros de cuentos es porque las editoriales apuestan poco por ellos y pagan por los manuscritos adelantos pequeños en comparación a los de las novelas; con lo cual la pescadilla se muerde la cola y los escritores profesionales nos vemos obligados a escribir siempre novelas para poder sobrevivir económicamente.Todo lector avezado sabe que un volumen de cuentos es tanto o más difícil de escribir que una novela y tiene el mismo o incluso mayor mérito literario. Uno de los más grandes escritores del siglo XX, Jorge Luis Borges, nunca escribió una novela y consideraba que a buena parte de ellas les sobran páginas. Un relato, cuando te sale bien, es una pequeña maquinaria de engranajes minuciosos y funcionamiento impecable. Un condensado magro de acciones, sentimientos y sugerencias o un perfecto laberinto sin una revuelta de más que te conduce a una sorpresa final impecable. A quien crea que exagero, le invito a que alterne el novelón de turno con cuentos de Cortázar, Capote, Chéjov, Tólstoi, Kafka, Hemingway, Aldecoa, Vicent, Pinilla, Kipling, Nabokov, Carver, Dahl, Bukowski, Arlt, Bioy Casares, Calvino, Poe, Stevenson o London..., sólo por citar algunos. Si no se quedan plenamente satisfechos tras leer 'Por un bistec', de Jack London, o 'Un artista del hambre', de Kafka, o 'Andar por Bilbao', de Miguel González San Martín, o 'Siete plantas', de Dino Buzzati, o 'Euskera ez', de Ramiro Pinilla, o 'El Aleph', de Borges, les juro que no vuelvo a escribir un cuento ni aunque me paguen bien.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20070307/articulos_opi_viz/cuentos_20070307.html

6 de marzo de 2007

La Parábola de los talentos en el Síndrome de Chéjov

El cuentista Miguel Ángel Muñoz ofrece en su blog literario los primeros comentarios críticos sobre La parábola de los talentos, pero tened cuidado porque El síndrome de Chéjov (título homónimo del primer libro de relatos del autor editado por Páginas de Espuma) es adictivo. Luego no digáis que no os lo advertí.

Saludos

http://elsindromechejov.blogspot.com/2007/03/parbola-de-los-talentos-antologa-de.html

12 de febrero de 2007

Parábola de los talentos (pulsa el título para ir a Gens)


Dentro de unos días (o semanas a lo sumo) aparecerá en las librerías la antología de relatos Parábola de los talentos, entre cuyos autores participantes (una docena exacta) me encuentro. Lo hago (participar) con el relato titulado Las preposiciones de Blint y, simplemente, quería aprovechar para haceros partícipes de la noticia a quienes os dejáis caer de vez en cuando por aquí. Podría cantar a los cuatro vientos las bondades de Parábola de los talentos (no en vano, la mera edición de un libro de relatos puede considerarse en sí un hecho extraordinario, sobrenatural si me apuráis), pero no sería ético, más bien sería patético. Así que os dejo con la opinión de los editores de Gens, que es la madre del invento, y con una breve semblanza de mis compañeros de antología, de todos esos esforzados militantes del cuento. Cuando esté pronta la presentación del libro, que tendrá lugar en Madrid, volveré para daros cumplida información del acto. Pero ahora voy con lo prometido:

Una de las tareas principales de un editor literario es descubrir nuevos talentos y darlos a conocer al público lector. En esta colección hay una docena de autores que, a pesar de la juventud de algunos de ellos y de no ser aún conocidos por los lectores, viven la narrativa como un compromiso casi religioso. De ahí el título de esta colección de relatos. En ella, el lector atento descubrirá nuevas tendencias, miradas originales, narradores que exploran nuevos campos de vanguardia y que sin duda ninguna formarán parte en los próximos años de los nombres más representativos de la narrativa en lengua española.Un grupo de expertos entre escritores de ficción, profesores de escritura y ensayistas llevan buscándolos por los rincones donde se esconden. Gracias a esos cazatalentos es posible esta antología de relatos para un siglo que tiene vocación de convulso. Este libro es la propuesta, el juicio —como siempre— queda en manos de los lectores y del tiempo.

Matías Candeira nació en Madrid en 1984.En la actualidad estudia Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, y prácticamente todo su tiempo libre lo dedica a la escritura de relatos cortos, género que le apasiona y en el que se declara militante activo.Ha sido ganador de varios premios literarios, entre ellos: el Concurso Nacional Villa de Periana para Jóvenes Autores, Premio Antonio Villalba de Cartas de Amor, Certamen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid y Premio de Cuentos Salvador García Jiménez. Asimismo, ha sido finalista en otros tantos: segundo premio en el Certamen Nacional Fernando Quiñones, finalista en el X Premio Mario Vargas Llosa NH de Relato, primer accésit en el Premio Arte Joven Latina y accésit en el Premio Carlos Casares de Microrrelato. Está a punto de terminar su primer libro de cuentos.

María José Codes es licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Competencia Literaria por la Escuela de Letras de Madrid. Compagina su actividad como escritora con la fotografía profesional, creativa y escénica. Ha publicado varios relatos y es autora de las novelas Alcoba de arena y Control remoto. Fue finalista del XIX Concurso Internacional de Relatos Policiacos de la Semana Negra y el Ateneo de Gijón. Premio Platero 2006 del Club del Libro en español de las Naciones Unidas al mejor Relato Breve.

Elena del Hoyo (Madrid, 1968) ejerce como abogada y compagina su trabajo con la escritura de relatos. Varios cuentos suyos han resultado ganadores o finalistas en distintos concursos (VII Concurso de Relatos José María Martín Carpena, VIII certamen de relatos cortos Tierra de Monegros, Edward Pickman Derby de relatos de horror). También ha participado en varios libros colectivos de relato.

José Delclaux es físico teórico y máster en Física Teórica por la San Francisco State University. Ha trabajado en dicha universidad y como técnico en seguridad informática en IBM. Le gusta ver el mundo desde lugares diferentes y por eso practica el paracaidismo y el submarinismo. Además lee, lee y lee.Ha publicado entre otros los relatos «Once millones de mariposas», «Tú», «Partos mentales» y «¿No te parece curioso?». Fue finalista del premio Decídete por el relato «El barrendero del desierto».

Aldara Fernández de Córdova vive en Madrid. Licenciada en Ciencias de la Información, ha trabajado en distintos medios de comunicación, así como en banca y televisión. Actualmente trabaja en el sector de las telecomunicaciones. Desde hace cuatro años compagina el ejercicio profesional con su formación como escritora. Ha publicado relatos en varias obras colectivas.

Elena González nació en Cuevas del Valle (Ávila) en 1969. Educada en un medio rural, estudió Telecomunicaciones. Ha ejercido la ingeniería en varios países. El contraste entre estos mundos inspira algunos de sus relatos.

Ignacio Jáuregui (Bilbao, 1959) es médico, y todo el mundo le tiene dicho que esté a lo que está y que no se distraiga escribiendo, pero él, como quien oye llover. En 1987 ganó el premio de guión de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Madrid con el cortometraje Hace quince años.Con el relato «De Guecho y el daño hecho» fue finalista del premio de Narrativa Breve Fundación SB. Ha ganado además el Premio Faes Farma de relato en 2004. Tiene una decena de cuentos publicados en diversas antologías.

Julio Jurado nació en Madrid en 1958. Es aficionado a la fotografía y dedica también su tiempo libre a contar historias que contagien emociones. En los dos últimos años ha acudido con algunos de sus relatos a certámenes literarios. En el 2005, fue finalista del Alfonso Martínez Mena, con el cuento «Ten cuidado por donde pisas». En ese mismo año, obtuvo un accésit en el VIII Premio Internacional Julio Cortázar de Relato Breve, con el cuento «Tan solo hay que mirar».Es miembro fundador de La llave de los campos, grupo de escritores de cuentos con vocación surrealista, donde se defiende que otra narrativa es posible como alternativa a la mayoría de los productos editoriales que inundan el mercado.En la actualidad, se encuentra elaborando su primer libro de relatos.

Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967) es licenciado y máster de Periodismo y profesor de la Escuela de Escritores de Madrid.En el último lustro ha obtenido una decena de galardones, entre ellos el Premio Unión Latina del Concurso Internacional Juan Rulfo 2003. Asimismo, ha publicado relatos en diversas antologías, diarios y revistas. En 2007 aparecerá publicado su libro de relatos Norteamérica profunda, con el que obtuvo el último Certamen Internacional de Novela Rafael González Castell.

Inés Mendoza (Caracas, 1970) es escritora y arquitecta. Desde 1999 vive en Madrid. Ha colaborado con artículos, reseñas y relatos en medios de varios países.Premiada en el concurso de ensayos «El futuro es ya», ha recibido igualmente el primer premio del XI Concurso de Narraciones Cortas Villa de Torre Pacheco 2004, y el segundo premio del Concurso Internacional de Cuento Casa de Teatro 2005 (República Dominicana), además de una mención en el certamen internacional de cuentos Art Nalon Letras 2006. Su trabajo como cuentista ha sido recogido en las antologías Tifoidea y otros cuentos y Voces nuevas. Es miembro del colectivo surrealista La llave de los campos.

José Luis Pereira (Madrid, 1963). Durante años dedicado a diversos oficios, desde vendedor a domicilio de enciclopedias médicas a recargas de extintores por los polígonos industriales, para acabar afianzándose en el mundo de la construcción. En los últimos cinco años se ha dedicado exclusivamente a la escritura.

Enrique Triana (1969) es ingeniero aeronáutico y lleva trabajando en la misma empresa casi catorce años.Aunque nació en Madrid ha vivido en el País Vasco, en Estados Unidos y en Escocia.Ha participado en varios libros colectivos y ha quedado finalista en algunos concursos.

7 de febrero de 2007

Ceremonias de interior, de Ignacio Ferrando

Autor/es: Ignacio Ferrando
Título: Ceremonias de interior
Editorial: Castalia. Colección Albatros 27.
Páginas: 278
Año:2006

CEREMONIAS DE INTERIOR reúne doce relatos unidos por un caudal narrativo quirúrgico, íntimo y sensual. Un susurro que transcurre muy cerca del subconsciente del lector, donde le atrapa sin remisión, le hunde en las vísceras de la trama y ya no le suelta hasta el final, exhausto y entregado a su propio silencio interior, desconfiado de lo externo. Un boxeador que pierde todos los combates, un capitán que tras la guerra intenta seducir a la novia de un recluta muerto, un reloj biológico que marca el compás de Elena Tzetner, una chica que llega en mitad de la noche para quedarse en casa de su vecino, un aspirante a saxofonista que modela venus de Milo en sus ratos libres, la verdadera historia de Ícaro y el minotauro y una amante convertida de repente en araña son algunas de las tramas de una de las voces más personales y comprometidas de la nueva narrativa contemporánea. Un jurado presidido por Vicente Ruiz, vicepresidido por Justo Reinares y compuesto por José Manuel Caballero Bonald, Juan Manuel de Prada, Ana Rossetti, Federico Ibáñez Soler y Reyes Lluch, que actuó como Secretaria, otorgó a la presente obra el XVI Premio Tiflos de Cuento convocado por la Organización Nacional de Ciegos Españoles.

31 de enero de 2007

Mudanzas, de Javier Sagarna

Autor/es:Javier Sagarna
Título:Mudanzas
Editorial:Gens, Colección Guermantes
Páginas:173
Año:2006


Como Javier Sagarna es amigo, mejor os copio lo que dicen sobre su novela en Notodo.com. Os adelanto, de todas formas, que el sello Gens, y en concreto su colección Guermantes, está especialmente comprometido con la literatura de calidad, aquella que cada vez cuesta más encontrar y que ya casi ni se practica. Así que yo que vosotros la seguiría muy de cerca, igual que a Javier Sagarna.

Juventud, ¿divino tesoro? A Ari, un joven de veintipocos, le acaba de dejar su chica, Elsa. Siente morirse o, lo que es lo mismo, quiere morir. Así comienza la primera novela de Javier Sagarna, que ya cuenta con una larga trayectoria como escritor de relatos y como profesor de la Escuela de Escritores de Madrid. Mudanzas supone una vuelta a aquellos “maravillosos” años. Un viaje por nuestra memoria a través de la historia de este personaje, narrador del libro también. Aunque sus vivencias no correspondan exactamente con las nuestras, lo que hay dentro de él sí. Ésta no es sólo una novela de desamor, sino una metáfora de ese tiempo maldito llamado adolescencia. La relación con los amigos, los temores, la familia, la cafetería de la facultad, la sensación de incomprensión, las juergas, los excesos, etc. son los hilos que van tejiendo la trama. Mudanzas es la crónica de una huida, de las experiencias límite de un adolescente. Una vespa de desguace y sobre ella dos jóvenes, Ari y el Moby, transportando una mochila llena de cocaína. Pero Mudanzas también es la imagen de esa época de cambios producidos a gran velocidad. Personajes reales, tipos, que todos hemos conocido en algún bar de ciudades como Madrid, en la universidad, en algún botellón. Padres, los mismos, desbordados por la incomunicación con los hijos. Chicas guapas y fáciles. Amores imposibles. Amigos fieles. Capullos. Todo el variopinto mundo de un solo escenario, la adolescencia. El libro, escrito con prosa ágil y fácil, literalmente se devora. El lenguaje: mordaz, sin concesiones. Una novela en fin, apasionante por sus hechos, breves e intensos, como la adolescencia misma.