19 de junio de 2009
TERMAS (apuntes de una pesadilla)
Mi mejor amigo, la mujer que amé en mi juventud pero no me correspondió y yo viajábamos en un descapotable por algún lugar soleado de la costa. Un reguero de termas que horadaban la arena se hizo notar en el horizonte. Vimos niños a lo lejos entrando y saliendo de las aguas como de las festividades. Niños ruidosos, blondos, refulgentes. Nos apeteció de veras darnos un chapuzón. Mi mejor amigo se zambulló en una de las primeras termas a nuestro alcance. Los niños se veían aún lejanos, pequeños, como signos de admiración. Oímos un grito rojo de mi mejor amigo. Unos peces siniestros lo estaban devorando. Cuando a duras penas logramos rescatarlo del agua sanguinolenta no era más que un pescado, un pez grande con el cuerpo desgarrado y lleno de mordeduras, agonizante. Si lo dejábamos fuera del agua iba a morir asfixiado. Si lo devolvíamos, los peces voraces lo matarían.
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