En los últimos meses y días, sobre todo a raíz del monográfico aparecido en Babelia, se está hablando mucho en la blogosfera del auge del cuento, un florecimiento que nos tiene ilusionados a todos, a unos más que a otros. Como autor, creo que el cielo está aclarándose y que, para un cuentista hoy no es tan difícil encontrar una editorial dispuesta a publicarle un libro.
Los cuentistas hemos ascendido un peldaño en la escalera del sótano: nuestra batalla ya no consiste en publicar sino en hacernos visibles y en formar parte de una cadena sólida de distribución, pero eso sólo es posible en editoriales escogidas y me consta que sus sudores les cuesta. Es decir, somos muchos cuentistas para pocas editoriales con verdadera solvencia, con lo cual saturamos de manuscritos los mismos buzones.
Las editoriales nuevas lo están haciendo bien, están buscando su hueco y han sabido ver el filón que puede representar Internet y los blogs. Las ya consolidadas están tomando ejemplo de las nuevas. Esto parece el juego de la silla, es un juego sin estridencias, calmoso, pero que se adivina tras los biombos. Es difícil saber dónde va a desembocar este equilibrio de esfuerzos e intereses, ojalá que lo haga en las mesillas de los lectores, pero a mí, de momento, me parece una maravilla que cada vez se publiquen más libros de cuentos.
No obstante, no debemos caer en el triunfalismo. Hoy en día es casi imposible que se vendan más de 5.000 ejemplares de un libro de cuentos en España por una razón sencilla: no existe un terreno abonado para esa cifra de lectores. De vez en cuando asistimos a algún boom, pero, con independencia de la calidad, es inducido en parte por circunstancias extraliterarias, caso del póstumo y gremial Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, o del mediático Si te comes un limón sin hacer muecas, de Sergi Pámies, que tuvo a su disposición la maquinaria propagandística de Prisa.
El cuento sigue siendo un género destinado a minorías y de momento eso parece inamovible, lo único que podemos pretender los autores es que al menos los pocos centenares o miles de libros de que hablamos lleguen con facilidad a esas minorías, que se terminen de una vez el oscurantismo y las trabas a su distribución. Creo que no es mucho pedir.
5 comentarios:
Querido Juan Carlos, me sumo a tus palabras de expectación. El cuento, como he repetido, vive un crecimiento sostenido de lectores y atención editorial (la creatividad está más que asegurada). Ahora conviven nuevos proyectos que aún deberán consolidarse y otros que peleamos desde hace tiempo. Esta atención de los medios es cíclica: ni es nueva ni retrata exactamente lo que hay detrás, pero bueno es que se conceda visibilidad. No debemos olvidar, por ejemplo, que hemos asistido a monografías similares: recordemos sin ir más lejos el número 645 de Babelia ("El Páis", sábado 3 de abril de 2004), titulado "El cuento vuelve a empezar" que se abría con entrevista y reseña a los cuentos completos del maestro Medardo Fraile ("Escritura y verdad", ed. de Ángel Zapata, Páginas de Espuma, 2004) y en el que se anunciaba un análisis del "buen momento que vive el género en España". Con ello quiero decir que desde algunos años es patente la labor de unos pocos enriquecida porque ahora somos más. Y eso si es una buena noticia. El cuento es la noticia. Sigamos trabajando.
Abrazos,
Juan Casamayor
Pues sigamos promoviendo el cuento y el relato en el blog.
Saludos desde México.
Seguiremos trabajando por el cuento, claro. Lamentarse no sirve de nada.
Has puesto el dedo en la llaga, Juan Carlos.
El cuento requiere un lector cómplice, involucrado, curioso e impertinente a la vez. Muchos lectores son así y no lo saben. Muchos encuentran un extraño placer al leer un cuento de Medardo o de Zapata por primera vez, y descubrir por sí mismos que lo que se cuenta no es todo lo que se dice.
No veo otra forma de "descubrir" lectores al cuento si no es teniendo alguno a diario a su disposición.
Ya sabes a qué me refiero.
A mi me gusta mucho los cuentos. Y creo que no se me da mal escribirlos, pero la mayoría de la gente con la que hablo me aconseja que escriba novela, que los cuentos no tienen salida. Incluso contacté con una agente editorial y una vez visto mi currículo literario me dijo que aceptaría estudiar lo que le enviara, pero de libros de cuentos no quería ni hablar.
Un saludo y enhorabuena por tus premios y libros publicados.
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