Amigo Juan Carlos, estoy teniendo algún problemita para encontrar tu libro aquí, en Valencia. Ayer por la tarde, delante de mí y después de decirme que el libro estaba agotado, llamaron a la distribuidora por teléfono desde la librería y así lo confirmaron. Yo les dije que por favor lo pidieran directamente a la editorial. Porque no se ha agotado ¿verdad? ¿o sí? ¿Tantos has vendido ya? Si al final vas a parecer CRZ. Que lo reediten que lo reediten. Saludos.
Yo creo que más que agotarse, Pepe, el libro apenas ha empezado a distribuirse. Ayer mismo llegó a tres rosas amarillas, y me consta que aún no lo ha hecho a Zaragoza, Bilbao ni por lo que comentas a Valencia. Acabo de hablar con la editorial y van a ver qué esta ocurriendo, pero agotado no está. Por lo pronto, puedo recomendarte la compra on-line:
Yo acabo de hacer el pedido en la página de Castalia, y me dan un tiempo estimado de entrega de 4 a 15 días (en Valencia). No sé si por el tipo de transporte: camioneto, mensajería (no, no le ensajerío),... le afectará la huelga, ya te diré cuando me llegue. Que firmes muchos ejemplares el sábado. P.D.: Pobres "truñeritos", angelicos...
Ya van dos veces que te veo con traje, Juan Carlos, en el Tiflos y hoy en la Feria. No me recupero...
Te lo dejo aquí, con humor, con amor (fraternal) y mala leche, tan sana:
«SKYSCRAPERS
Había en Ronda un pintor-torero que se sabía de carrerilla todos los tratados de Tauromaquia habidos y por haber, y que era capaz de recitar al revés la lista completa de pintores vorticistas. Rondeño, pintor y torero desde la cuna. En su alternativa, sin embargo, pinchó seis veces: pitos, pañuelos y bronca del respetable. Hubo de salir por pies para evitar a la turba enfurecida, y en la huída perdió para siempre la montera. Pero aunque no volvería jamás a torear, continuó yendo a todas partes con su traje de luces. Al mercado, a ver a su madre al hostal, a clases de Inglés y Derecho Romano, al taller de Otilio con su caballete, a todas partes con el traje de luces (su madre, empleada del hostal Rilke, se lo limpiaba en seco en su día libre). Luego se hizo suicida profesional, pero enseguida tomó la excedencia: sufría de vértigo y ya sabemos cómo es Ronda. Más tarde empezó a trabajar como guía turístico. Una noche, entre sangrías, mientras sisaba un i-Phone de la mariconera de un guiri que hablaba a gritos con sus colegas (las papadas temblaban, muy rosas, como de cerdo después del soplete en la matanza), nuestro pintor-torero se enteró de que era sobrino nieto de Andy Warhol. Al día siguiente, hecho un pincel, como un Valentino del siglo XXI, pero peinado a lo hermanos Gallagher, con su corbatita lazo-pop y su traje oro y grana, se despidió de su madre, un poco decepcionado, se tomó siete gintonics (por el vértigo), subió a su primer avión y se fue a vivir a Brooklyn.
Con su maletín a un lado, liso y humeante, como las aceras de Nueva York, se aposta cada día en el exterior del MOMA y vende su affiche. En él se ve un frasco de crema de cacao y avellanas, y el dibujo a dos tintas de un insecto con gafas yaciendo boca arriba, bajo unos tipos Harlow Solid Italic que dicen "La Mutación 3.0". El pintor-torero es feliz, todas las mañanas vende sus pósters y después (o sea, afterposters), pasea por la Fifth Avenue (ya no sabe decir "Quinta Avenida", también se le ha olvidado el sabor de la sangría) y va a comer al Hard Rock Café: Coca-cola Zero, ensalada de col y BBQ ribs, pero con cubiertos, que procura no mancharse demasiado el traje de luces. Es muy feliz. Ahora el vértigo es como un perder la vista hacia arriba, y la angustia de la muerte desaparece entre los skyscrapers (también ha olvidado rascarse). Siempre que vienen a jugar los Bulls, se pone una gorra roja con el toro y va a ver la faena al Madison Square Garden, con su traje de luces un poco sucio ya, pero con él a todas partes, asándose de calor como un cerdo y sin que por un momento siquiera se le ocurra rascarse. Muy feliz. Llamaría a su madre con el i-Phone para contárselo, pero para qué, si no iba a entender el inglés.»
Al margen de comprobar por los comentarios de tus amigos que el traje no te sienta demasiado bien, decirte que en Castellón -pedido está desde el jueves pasado- "Oficios" tampoco ha llegado. Te mantendré informado.
9 comentarios:
Amigo Juan Carlos, estoy teniendo algún problemita para encontrar tu libro aquí, en Valencia. Ayer por la tarde, delante de mí y después de decirme que el libro estaba agotado, llamaron a la distribuidora por teléfono desde la librería y así lo confirmaron. Yo les dije que por favor lo pidieran directamente a la editorial. Porque no se ha agotado ¿verdad? ¿o sí? ¿Tantos has vendido ya? Si al final vas a parecer CRZ. Que lo reediten que lo reediten.
Saludos.
Yo creo que más que agotarse, Pepe, el libro apenas ha empezado a distribuirse. Ayer mismo llegó a tres rosas amarillas, y me consta que aún no lo ha hecho a Zaragoza, Bilbao ni por lo que comentas a Valencia. Acabo de hablar con la editorial y van a ver qué esta ocurriendo, pero agotado no está. Por lo pronto, puedo recomendarte la compra on-line:
http://www.castalia.es/Shop/Detail.asp?IdProducts=1438
http://www.tresrosasamarillas.com/
(aquí pronto estará disponible)
Un abrazo. Y muchas gracias por tu interés.
Lo compré ayer y ya me lo terminé, me ha gustado muchísimo.
Gracias por la buena tarde que pasé leyéndote.
Raquel
Muchas gracias a ti, Raquel.
Yo acabo de hacer el pedido en la página de Castalia, y me dan un tiempo estimado de entrega de 4 a 15 días (en Valencia). No sé si por el tipo de transporte: camioneto, mensajería (no, no le ensajerío),... le afectará la huelga, ya te diré cuando me llegue.
Que firmes muchos ejemplares el sábado.
P.D.: Pobres "truñeritos", angelicos...
Ya van dos veces que te veo con traje, Juan Carlos, en el Tiflos y hoy en la Feria. No me recupero...
Te lo dejo aquí, con humor, con amor (fraternal) y mala leche, tan sana:
«SKYSCRAPERS
Había en Ronda un pintor-torero que se sabía de carrerilla todos los tratados de Tauromaquia habidos y por haber, y que era capaz de recitar al revés la lista completa de pintores vorticistas. Rondeño, pintor y torero desde la cuna. En su alternativa, sin embargo, pinchó seis veces: pitos, pañuelos y bronca del respetable. Hubo de salir por pies para evitar a la turba enfurecida, y en la huída perdió para siempre la montera. Pero aunque no volvería jamás a torear, continuó yendo a todas partes con su traje de luces. Al mercado, a ver a su madre al hostal, a clases de Inglés y Derecho Romano, al taller de Otilio con su caballete, a todas partes con el traje de luces (su madre, empleada del hostal Rilke, se lo limpiaba en seco en su día libre). Luego se hizo suicida profesional, pero enseguida tomó la excedencia: sufría de vértigo y ya sabemos cómo es Ronda. Más tarde empezó a trabajar como guía turístico. Una noche, entre sangrías, mientras sisaba un i-Phone de la mariconera de un guiri que hablaba a gritos con sus colegas (las papadas temblaban, muy rosas, como de cerdo después del soplete en la matanza), nuestro pintor-torero se enteró de que era sobrino nieto de Andy Warhol. Al día siguiente, hecho un pincel, como un Valentino del siglo XXI, pero peinado a lo hermanos Gallagher, con su corbatita lazo-pop y su traje oro y grana, se despidió de su madre, un poco decepcionado, se tomó siete gintonics (por el vértigo), subió a su primer avión y se fue a vivir a Brooklyn.
Con su maletín a un lado, liso y humeante, como las aceras de Nueva York, se aposta cada día en el exterior del MOMA y vende su affiche. En él se ve un frasco de crema de cacao y avellanas, y el dibujo a dos tintas de un insecto con gafas yaciendo boca arriba, bajo unos tipos Harlow Solid Italic que dicen "La Mutación 3.0". El pintor-torero es feliz, todas las mañanas vende sus pósters y después (o sea, afterposters), pasea por la Fifth Avenue (ya no sabe decir "Quinta Avenida", también se le ha olvidado el sabor de la sangría) y va a comer al Hard Rock Café: Coca-cola Zero, ensalada de col y BBQ ribs, pero con cubiertos, que procura no mancharse demasiado el traje de luces. Es muy feliz. Ahora el vértigo es como un perder la vista hacia arriba, y la angustia de la muerte desaparece entre los skyscrapers (también ha olvidado rascarse). Siempre que vienen a jugar los Bulls, se pone una gorra roja con el toro y va a ver la faena al Madison Square Garden, con su traje de luces un poco sucio ya, pero con él a todas partes, asándose de calor como un cerdo y sin que por un momento siquiera se le ocurra rascarse. Muy feliz. Llamaría a su madre con el i-Phone para contárselo, pero para qué, si no iba a entender el inglés.»
Cuanta torería y que poquitas luces. Muy bueno Sergi, de lo last.
Un abrazo.
Eso de la chaqueta le dije yo también, Sergi. A ver si Norteamérica viene pronto y puede rentabilizar aún más el traje ;)
Un abrazo.
Al margen de comprobar por los comentarios de tus amigos que el traje no te sienta demasiado bien, decirte que en Castellón -pedido está desde el jueves pasado- "Oficios" tampoco ha llegado. Te mantendré informado.
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