7 de febrero de 2008

¡ABAJO LOS PARTERRES!


No debería ser así, pero este es mi primer acercamiento a un libro de cuentos de Gonzalo Calcedo. Escribo no debería ser así porque el autor palentino es propietario de una de las prosas más exquisitas que me he llevado estos últimos meses a los ojos.

Por lo que he leído y escuchado aquí y allá es habitual que la crítica stricto sensu entronque a Gonzalo Calcedo con la cuentística norteamericana, en la tradición de Carver, Ford y demás, lo cual, por otra parte, resulta bastante obvio.

Llegados a este punto algún lector avezado se preguntará: ¿Y cómo es posible que alguien con una prosa exquisita limite con Carver y Ford, cuyas armas tienen más que ver con la concisión y la exactitud que con la exquisitez? Para eso tengo mi particular respuesta: Es posible, como dije antes, pero el resultado es dispar. Mientras Carver y Ford practican el extrañamiento cotidiano, la rebelión de los objetos frente a la vulgaridad e insignificancia humanas, la más dura cosificación; Calcedo integra al ser humano en el paisaje de las cosas, el hombre es pues el eje central, digamos que está en un plano ligeramente superior, y los objetos son una prolongación de sus extremidades y un reflejo de sus pulsiones. Carver, por hacer un símil alcohólico, sería whiskie bebido a morro, Ford, whiskie con soda servido en vaso de tubo, y Calcedo, un cubata en vaso ancho, una bebida menos rabiosa, más sociable.
La carga de la brigada ligera es un libro irregular, como lo son la práctica totalidad de los libros de cuentos. Reunir una colección de cuentos magnífica puede llevar a un autor solvente una, si no varias, vidas, así que por ahí poco se puede rascar. Pero, bendito pero, La carga de la brigada ligera esconde, como un tesoro, uno de los cuentos crepusculares, de título homónimo al del libro, más vitalistas que he leído en mi vida, uno de esos cuentos que le hacen a uno asomarse a la ventana en plena noche e inspirar profundamente el aire helado del exterior, un cuento revulsivo, rebelde y optimista, un último estertor de felicidad. Sólo por La carga de la brigada ligera merecería la pena leer este libro, pero ocurre que acompañan a éste otra serie de muy buenos (Todas las Delphis del mundo) y buenos relatos.
En particular, me quedo con los cuentos que afrontan la adolescencia y la decrepitud, quizá porque ahí aparece el Calcedo más intenso o porque como lector me resulta más fácil dejarme contagiar por las pasiones y las tundas que se han ido o están por llegar. Los otros, los que tienen por protagonistas a hombres y mujeres jóvenes o en tránsito hacia la madurez son más apacibles (Sirenas, El villano de la historia y Un banco con sombra), sin que deba entenderse este último comentario como peyorativo.

Gonzalo Calcedo es, en definitiva, un excelente artesano, un escritor noble, convincente, serio, honrado y capaz, esas son las constantes que se transparentan a lo largo de todo el libro; pero cuando se desata su genio puede llegar a ser sublime, y como lector, es preciso estar allí, ojo avizor, agazapado para cuando eso suceda. Porque sucede.

6 comentarios:

Sergi Bellver dijo...

¿Y si ahora haces un análisis de La carga de la brigada ligera con el mismo trabajo que te tomaste para Gritar (me refiero únicamente al cuento, obvio)?

No haría falta para que me interesara por este libro de GCJ, porque ya me tienta, pero igual me lo pasaba en grande aprendiendo un poco más.

Un abrazo, Cuentista.

Pepe Cervera dijo...

Juan Carlos, bienvenido a "Calcedolandia" (aunque creo que no es el más acertado de sus libros, personalmente me quedo con "Apuntes del natural" y los dos de Tusquets. Ahora que ya lo conoces, te toca disfrutar.

Unn saludo.

Anónimo dijo...

Una información para adictos a Calcedo: Menoscuarto acaba de publicar otro libro de cuenttos magnífico de Gonzalo Calcedo titulado "Temporada de huracanes".

Administrador dijo...

Yo leí El peso en gramos de los colibrís (o colibríes), que compré exclusivamente por el título y me encontré allí unos cuentos que son justo eso, pájaros leves que te dejan mirando el aire por el que han pasado. Un saludo, Patro.

Anónimo dijo...

Estimado Juan Carlos: estamos preparando el próximo número de Narrativas, y querríamos solicitar tu permiso para incluir en él la excelente reseña que has escrito de este libro. Uno de los propósitos de Narrativas es precisamente el de destacar a esos narradores que, por las circunstancias que todos conocemos, siguen siendo unos desconocidos para buena parte de los lectores. Tu reseña cumple perfectamente con ese cometido.
Gracias anticipadas.
Carlos Manzano

Juan Carlos Márquez dijo...

Vuestra es la reseña, Carlos: control C control V y directa al próximo número de Narrativas.

Un abrazo.
Juan Carlos