"Estas deformidades del carácter se fraguan siempre así, nacen de la rutina, uno empieza rumiando en voz baja sus desgracias para hacerse compañía, y, poco a poco, como les ocurre a las cebollas, se le van pudriendo las capas de la educación y las costumbres decorosas. Deja uno de asearse porque a nadie hay que agradar. Se abona uno a una barba tupida, edénica, como de profeta airado, que más que barba es insectario. Se la saca uno en cualquier sitio para aliviarse o, por qué no, la mete uno donde tercia, en un nido de ratas o, si la sangre afluye, dentro de una alimaña moribunda, allí, muy dentro, en lo calentito. Siente uno algunos amaneceres una curiosidad inaplazable por saber cuál es la composición exacta de los propios detritus".
De "Restos" (Llenad la Tierra. Menoscuarto). Próximamente en sus librerías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario